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Reventemos de una vez el melón portuario

  • Última actualización
    27 marzo 2024 05:20

La lealtad institucional que está mostrando Puertos del Estado para en la constitución del Foro de Gobernanza Portuaria aguardar a que queden definidos los máximos responsables de puertos tras las pertinentes elecciones en el País Vasco y Catalunya contrasta, ya lo dijimos la semana pasada, con la deslealtad de quienes en el clima actual buscan pescar en río revuelto o, como mínimo, sólo trabajan por y para su muy particular hoja de ruta.

Conectamos aquí con la reflexión sobre la legitimidad de esas hojas de ruta, perfectamente loables en el marco de la defensa de los intereses de tal o cual puerto, de tal o cual región, pero que, expuestas desde esta perspectiva del oportunismo francotirador, no nos resuelven al resto absolutamente nada.

Ya no es una cuestión de que tal o cual medida resuelva tal o cual problema concreto. El análisis necesario es hasta qué punto si tocamos en determinado apartado del sistema, más allá de lo que provoquemos en ese apartado, lo que realmente estemos haciendo es descuajeringar todo el resto del sistema.

Está muy bien que el Gobierno vasco quiera quedarse con Pasaia. Lo descatalogamos cuando ustedes quieran y ya no entro a valorar si esto es bueno o no para Pasaia. Allá ustedes. Ahora bien, para los que seguiremos quedando en este lado de la película, ¿qué hacemos con el resto de puertos a partir de ese momento? ¿Gestionamos el subsiguiente desmoronamiento como el charcutero que sirve la comanda en función del ticket y del orden de a quien se le antoje entrar por la puerta?

En el caso de que hubiera que desmontar el castillo, ¿es que no podemos hacerlo con orden y sentido?

Autonomía, la que quieran, pero jamás sin supervisión

Sigo. Si queremos quitarnos de en medio el control y la supervisión sobre las autoridades portuarias que ejercen órganos como Puertos del Estado, el Ministerio de Hacienda o el propio Consejo de Ministros, insisto, allá ustedes. Ahora bien, si hay que priorizar, resulta que entonces nos valen unos controles pero no nos valen otros. No queremos que el Consejo de Ministros nos supervise los proyectos de más de 12 millones, pero nos conformamos con proponer que los informes vinculantes de Puertos del Estado en su caso sean a partir de 6 millones. Eso sí, que el Consejo no pueda decir ni mú, Hacienda menos y, por cierto, que OPPE tampoco pueda emitir informe vinculante sobre proyectos con características singulares técnico económicas sea cual sea su importe. O sea, queremos la plena autonomía de gestión, pero preferimos desangrarnos con estos parches. Autonomía que es otra petición loable pero que cortocircuita con lo anterior y que muchos resuelven con ese mensaje políticamente correcto de “no queremos puertos autonómicos, sino queremos puertos autónomos”, una falacia como tantas porque los puertos autónomos sólo tienen sentido si son autonómicos, es decir, si son yo, mi, me, conmigo en una región que quiere ser yo, mi, me conmigo, ya que en un país de muchos puertos que son de todos y para todos la visión de red, de coordinación y de estrategia colaborativa exige un análisis y una visión conjunta, incluso, por encima de Puertos del Estado, porque caemos en el error de entender la autonomía desde el punto de vista del menor control y, yo lo siento, pero el control es democráticamente insustituible para evitar y/o disuadir desmanes financieros y, por supuesto, evitar y/o disuadir desmanes operativos, que de los coruñas y gijones nadie se acuerda en este país. Es decir, autonomía la que ustedes quieran, pero jamás sin supervisión.

En suma, como sigamos parcheando, en vez de resolver los problemas vamos a generar nuevas ineficiencias. Reventemos de una vez el melón portuario, abramos el debate y definamos soluciones globales y completas. Todo lo demás es, sencillamente, el caos.