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Censura

El acontecimiento de la última semana natural (permítanme que yo también recurra a esta precisión) ha sido en Madrid la jornada que, bendecida por ANESCO, organizó el CES para intentar, entre otras cosas, no ya influir sino al menos generar debate sobre la denuncia de la CNMC contra la reforma de la estiba. Sí, sí, debate, y en público. Qué cosas queridos amigos de la CNMC, ¿verdad?

  • Última actualización
    13 noviembre 2018 16:25

Y es que es muy de agradecer este intento de todos los colectivos implicados por liberar este asunto de la estiba de la censura que impone de forma obsesiva Competencia. La amenaza a la que somete esta institución a las partes implicadas atenta desde mi punto de vista a cuestiones tan básicas como la transparencia del proceso o la misma libertad de expresión de las partes, toda vez que nadie puede abrir la boca, nadie puede decir nada del estado del proceso, nadie puede comunicar nada al exterior de las distintas fases que se van detallando a los implicados, en definitiva, está prohibido manifestarse, está prohibido opinar y todo bajo el permanente recurso al amedrantamiento extremo.

Francamente, para la CNMC entiendo que esto es un chollo. Por establecer paralelismos, cuántos jueces y tribunales estarían encantados de que nadie informara ni media línea sobre sus procesos, ni hablaran los abogados, ni hablaran los acusados, ni hablaran los afectados, ni hablaran los tertulianos, ni hablaran los periodistas, ni hablara la gente de la calle en la farmacia o en la oficina... Y no me estoy refiriendo a lo que afecta al secreto de sumario.

En los temas de Competencia se nos priva a la sociedad de saber de qué se acusa a los expedientados, se nos priva de saber con qué argumentos se les acusa, se nos priva de conocer los hechos que a juicio de Competencia están probados y mantienen vivo el trámite, se nos priva de conocer la petición de sanción concreta ante el órgano decisorio, no podemos saber en qué términos y ni por qué importe e igualmente, ni con qué argumentos; y, por supuesto, se nos priva de saber cómo, cuándo y por qué se van dando los distintos pasos en el procedimiento. Todo es una nebulosa en la que ni se informa del proceso y, lo que es más importante, se prohibe taxativamente a las partes informar u opinar directamente de todas las comunicaciones a este respecto, con amenazas y apercibimientos constantes.

Repito, cuánto darían los tribunales al uso por cercenar la transparencia (supongo que se hace en aras de la independencia), pero insisto, más allá de la fase de investigación y sus detalles, cuestión en la que, por qué no, podemos mantener todo el secretismo que ustedes quieran, hay infinitas fases del proceso de expedientes de la CNMC que son ocultadas sin más sentido que reforzar la propia decisión: cuanto menos detalles se conozcan menos discutidos o cuestionados serán los pasos dados, incluidas las sentencias, estas sí, públicas, sería el colmo lo contrario.

Yo supongo que a la CNMC le debe parecer ridículo e innecesario el debate público sobre las cuestiones que le competen, por considerarlas a menudo tan sectoriales y específicas que sólo saltan a la gran opinión pública cuando las sanciones son millonarias o afectan a cuestiones de las llamadas mediáticas.

En todo caso, no debería corresponder a la CNMC juzgar si somos merecedores o no de preocuparnos, informarnos y opinar sobre temas tan marcianos como la estiba. Esa decisión nos corresponde a nosotros y a nuestra libertad como ciudadanos de leer, escuchar y, sí, opinar, ya sea en el bar o en una jornada del CES en la que, por ejemplo, no haga falta poner títulos sui generis para que apenas se intuya de qué va realmente. No sea que...