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Cortocircuitos

El esfuerzo que están haciendo las patronales del sector logístico para que sus prioridades calen en el estamento político es denodado. Hay de todo, claro, pero mayoritariamente no podemos discutir que relevantes asociaciones sectoriales tienen bien engrasados el pico y la pala con los que vienen intentando derribar la puerta del silencio con el que a veces se acogen sus posicionamientos.

  • Última actualización
    16 octubre 2019 08:57

Los momentos de crisis o de conflicto no son además termómetro de nada. En plena zozobra, todos son parabienes y ventanas abiertas para empollar en dos tardes los asuntos en cuestión y hacer la faena de aliño con la que salvar los muebles ante la opinión pública.

Ahora bien, cuando hablamos de las cuestiones y reformas estratégicas, las de honda trascendencia, como no se tenga la fortuna (porque hay que calificarlo así) de que algo de estos asuntos salpique en forma de urgencia, judicialización, huelga o corruptela, el sector queda perdido porque sus responsables políticos prefieren diluirse, acuciados por esa trampa dialéctica que es estar o no estar en la “agenda”.

Lo triste es que hay un eslabón de esta cadena donde la comunicación es fluida y próxima. En concreto, en el ámbito del Congreso, a priori el estamento clave, viene siendo común la predisposición máxima a escuchar cuantas demandas se plantean aunque sólo sea  por el afán de los portavoces de absorber como esponjas todo lo que el sector les transmite, tal es la conciencia parlamentaria de las taras que conlleva la ignorancia.

¿Dónde está entonces el cortocircuito? En mi opinión es triple.

En primer lugar, a la hora de definir los compromisos políticos de cara a una nueva legislatura, los gurús de los programas electorales marginan de forma sistemática al sector logístico. Las propuestas concretas que el sector traslada a sus interlocutores no pasan luego el corte. No parece muy descabellado pensar que si un programa electoral es, ante todo, electoralista, en su pancartismo y búsqueda del voto a estos señores se les antoja más bien prescindible el tener que pronunciarse sobre cuestiones que en nada importan a un público en general, por cierto pobremente aleccionado en torno al peso estratégico de la logística. Así, es importante la vía parlamentaria, pero el sector debe romper este techo, aunque sea de su mano, y acceder a ese otro nivel donde se cuecen los grandes objetivos y donde la logística merece, por derecho, estar presente.

En segundo lugar, el sector logístico sigue siendo un guirigay desde el punto de vista de la interlocución patronal. No sólo tenemos diversidad de eslabones, sino diversidad de representantes por cada eslabón o representantes de eslabones superpuestos con discursos a veces contrapuestos. Estamos pidiendo un pacto de estado en materia por ejemplo de infraestructuras pero ni siquiera el sector tiene un órgano coordinado y cohesionado que defienda, al menos, una propuesta de mínimos que podría perfectamente ser de gran trascendencia.

Por último y conectado con el cortocircuito número uno, tenemos una cuestión fundamental: salvo en los citados momentos de conflicto, no es usual que los representantes políticos sean colocados en la tesitura de tener que fijar una posición clara en las cuestiones que más preocupan al sector logístico. No parece pasar nada si no se sabe qué piensa tal o cual partido sobre tasas portuarias, las 44 toneladas, el socio estratégico de Renfe o la digitalización de la carga aérea. Por eso es necesario situar a los partidos en esta dinámica y con su complicidad generar conciencia y debate, máxime de cara a unas nuevas elecciones. El Desayuno Informativo organizado en Madrid por Diario del Puerto el próximo 29 de octubre busca contribuir a este objetivo clave para seguir alimentando la trascendencia del sector.