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Cultura logística

Entre los amigos y familiares ajenos al sector logístico que me acompañaron en la presentación de mi novela “Tiempo de Tránsito” es recurrente recordar con cierto aire de extrasensorialidad lo que por primera vez en su vida escucharon en ese acto acerca del sector logístico. “Un transitario… no lo había oído jamás hasta entonces”; “…sí, sí, consignatario, lo aprendí aquel día, no se me olvida…”; “…el tipo aquel que casi nos revienta el final de la novela era el presidente de no sé qué de… Puertos del Estado, ¿verdad?” Y así otros muchos comentarios de lo que es un mundo absolutamente desconocido para el ciudadano de a pie.

  • Última actualización
    15 enero 2019 14:53

Porque, reflexionemos, ¿cuál es la verdadera cultura logística de este país? O si les parece reformulo la pregunta para no ser tan pretencioso, ¿cuál es el saber popular acerca de la logística? Más allá de la demagogia vacua y cotorra del #quierocorredor, de quienes tienen una infraestructura percutiendo en las proximidades de su día a día o de los que disfrutan de un familiar (ni siquiera digo íntimo amigo) trabajando en esta realidad, ¿sabe algo el pueblo llano de este sacrosanto sector más allá de que los camiones dan por saco en la carretera, los aviones no dejan dormir a los vecinos, los trenes se apellidan AVE y se inventaron en Sevilla en 1992, los barcos, pues eso, que flotan, y un repartidor es un señor que hace el mismo milagro que tu madre/padre con la lavadora, la plancha y las camisas sólo que en su caso para Amazon? ¿Qué nota sacaría el ciudadano medio si hiciéramos uno de esos test virales en redes sociales en los que se preguntara por el abc más básico del poliedro logístico?

Inténtenlo. Ya se les ha pasado la oportunidad de las Navidades, pero seguro que habrá cumpleaños con el cuñado de turno a más tardar en unas pocas semanas. Pregunten, va, pregunten, qué es un transitario, cuáles son las 28 autoridades portuarias, qué es un TEU, qué es un agente handling, a qué se dedica un representante aduanero, quién se encarga en este país de gestionar un puerto o un aeropuerto, que te digan un par de operadores ferroviarios e incluso les des como ventaja que puedan decir Renfe, qué es un operador logístico, qué significan siglas como UIC, no sé, cositas, insisto, de primero de logística. ¿Apuestan a cuál sería el nivel de respuesta?

En cualquier caso, ¿a quién le importa lo más mínimo estas cosas? Aún digo más, ¿a quién le importa no saberlas? A veces pienso que la cultura popular no es aquello que unos pocos definen como imprescindible de saber, sino todo aquello que muchos se avergüenzan de haber olvidado o directamente no haber estudiado. ¿Cuántas chanzas puede generar el que alguien patine al recordar, por ejemplo, el escritor de El Quijote o el arquitecto de la Sagrada Familia? En cambio, ¿cuánta indiferencia puede suscitar el no saber cuál es la primera naviera del mundo o quién fue el inventor del contenedor?

Bien conocida es la frase de que sólo se ama lo que se conoce y que muchos llevan más allá al afirmar que sólo se ama lo que se comprende. ¿Cómo vamos a hacer entender a la sociedad que el logístico es un sector estratégico? ¿Cómo van a captar su trascendencia si cuando hablamos de él no nos comprenden?

Mi hijo mediano, 1º de la ESO, anda esta semana aprendiendo los cabos, los golfos y demás accidentes de costa: “¿No estudiáis cuáles son los principales puertos de España?” “¿Qué dices, papá? ¿Eso para qué sirve?” lo que da la dimensión de qué distinto concepto tenemos de la inutilidad.

¿Para cuándo un tema, me basta con un solo tema, en los libros de Sociales sobre logística en general? ¿Es o no es de utilidad?