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El old style regresa al transporte de mercancías

Las colas, ya sean de buques esperando ser atendidos en los puertos americanos o chinos, o de personas ansiosas por llenar el depósito de combustible en Reino Unido (hace unos meses todo eran #novisados #brexit4ever y ahora #weloveyou #weneedyou... menuda panda), nos han dejado estampas bastante perturbadoras porque, ¿a quién no le ha venido a la mente alguna de las escenas de las series “Colapso” o “Years and years” viendo el telediario? Los mundos distópicos que nos presentaban en estas ficciones -y otras antes que ellas- deberían ser solo eso: distópicos, pero, una vez más, la realidad las supera. 

  • Última actualización
    01 octubre 2021 15:29

La escasez de materias primas esenciales como el cobre, el plástico y los semiconductores están afectando a industrias como la construcción, la automovilística, la cerámica, la química o la tecnológica; y los pedidos comienzan a amontonarse sin poderse atender. Dicen que todo es culpa de la pandemia, de los meses de inactividad de algunas de las fábricas y los cambios en las formas de consumir, pero no me negarán que olfatean, como yo, cierto tufillo a “aquí hay muchos aprovechaos”.

En este escenario, las empresas importadoras y exportadoras se están replanteando cómo deberían gestionar su cadena de suministro. Los antiguos acuerdos de confianza con los proveedores empiezan a resquebrajarse ante el incumplimiento en las entregas en ambos cabos de la cadena (no llegan ni materias primas y los productos a los clientes finales) y la evolución del precio de la energía, difícilmente repercutible en los precios a corto plazo, tampoco ayuda. 

Los clientes, otrora reacios a los cambios, se están atreviendo a probar nuevos modos de transportar debido a la urgencia que tienen por atender las necesidades de sus cadenas productivas

Así que la optimización de costes y la gestión de proveedores se convierten en los hits a alcanzar para minimizar los efectos de esta crisis de desabastecimiento salpicada, además, por fletes astronómicos y el empeoramiento en la calidad de los servicios marítimos (contenedores que tardan un mes más de lo previsto en llegar a destino y ante las preguntas de los propietarios de las mercancías respuestas como “esto es lo que hay, si no te gusta ya sabes lo que tienes que hacer” , se están haciendo demasiado habituales).

Los operadores logísticos más globales y con experiencia en ofertar el servicio “completo” con herramientas propias seguro que están recibiendo más llamadas de cargadores deseosos de aligerar sus gastos con la externalización de ciertos servicios. Ojalá que en esa “optimización de costes” no salga nadie perjudicado y que los euros de menos salgan de beneficios de más que ahora se ajustan a la situación por responsabilidad con el país y con la sociedad... pero, llámenme cínica: no creo que esto suceda. Ya sabemos todos a quién se apretará.

Por el momento, comienzan a ponerse en práctica operativas nuevas. Los clientes, otrora reacios a los cambios, se están atreviendo a probar nuevos modos de transportar debido a la urgencia que tienen por atender las necesidades de sus cadenas productivas. ¿Qué no hay manera humana de traer mis materias primas de confianza en las cajitas de toda la vida porque no hay equipo, etc.? Ok, de acuerdo. ¿Me la puedo traer suelta? ¿Hay algún problema legal al hacerlo así? Nop, pues perfecto: vivan los graneles.  

El talento, el esfuerzo y la imaginación que los operadores del sector del transporte y la logística demostraron al inicio de la crisis sanitaria (y que confirmaron la importancia de la cadena de suministro), vuelven a ser tendencia porque son los que ahora se están estrujando el cerebro para dar soluciones innovadoras a los cargadores. Reconozcamos que la logística no solo es resiliente, es mucho más. Y pa’lante, que hay trabajo.