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Es la hora de resucitar Madrid Logística

Vive Madrid un silente dejarse llevar en materia logística tan injustificado como perjudicial, para sí misma y, sobre todo, para España.

  • Última actualización
    27 abril 2021 16:43

Más que nada porque en este país de egocentrismos logísticos y de pantocrátores provincianos, no es ni eficiente ni competitivo que el hinterland calle y, además, renuncie a su papel esencial de costurero del reino, pues nada ni nadie puede remendar mejor las costuras y vertebrar las musculaturas que quien concita intereses comunes.

Hubo un tiempo, al comienzo del presente siglo, que Madrid quiso liderar su propio destino logístico. Madrid Plataforma Logística (MPL) surgió como un soplo de aire fresco en todos los sentidos. Fue una bandera, un motivo y un horizonte, pero cayó en el error de edificar desde el partidismo y desde ese vivir por encima de nuestras posibilidades que lo reventó todo.

Por un lado, lejos de definir su propio discurso, se apostó por tener o hacer todo lo que tenían o hacían los demás, con el mismo ombliguismo que se les afeaba al resto y, sobre todo, con el mismo frentismo y, además, made in Madrid y subidos a la ola de los grandes clásicos del politiquerío de la época.

Por otro lado, toda la estrategia logística de promoción, mejora e impulso se fió al Dios único de la inversión inmobiliaria, con un programa de infraestructuras logísticas de unas proporciones infinitas, como si no hubiera mañana, cuando el problema es que realmente no lo había.

Se convirtió MPL en un panal de rica miel donde todo el mundo acudía para ver qué podía sacar y nadie se preocupaba de qué podía aportar, hasta que estalló la crisis y todo se derrumbó.

Un simple trámite administrativo, sólo un trámite le quedaba al Plan de Infraestructuras Logísticas de la Comunidad de Madrid para salir despedido por la trampilla del cazabombarderos que transportaba sus miles y miles y miles de millones de euros de inversión.

Ahora bien, el Gobierno de Esperanza Aguirre, en plena crisis, hubo de apostar a la desesperada por adelgazar la administración y el IMADE, órgano administrativo del que dependía MPL, fue borrado del mapa, de tal forma que de la noche a la mañana toda la “estrategia” logística de la Comunidad de Madrid se diluyó.

El proyecto murió también por todos y cada uno de aquellos socios que entendieron que sin pasta ya no había motivo alguno por el que pelear

¿Por qué? Tristemente porque no había estrategia. Sólo había un plan inmobiliario, además ensombrecido por las corruptelas de las decenas de empresas públicas satelitales. Si realmente Madrid hubiera gozado de una verdadera estrategia logística coordinada y consensuada que hubiera calado en el conjunto de la Administración, de la economía y, sobre todo, de todos sus socios, MPL y lo que encarnaba hubiera seguido su camino, con voz y voto en los nuevos retos, fuera quien fuera la unidad administrativa de la que dependieran sus socios institucionales.

Desgraciadamente, aquello estaba más hueco de lo que pensábamos y el proyecto murió, solo, en la cuneta de la inanición, ignorado por el Gobierno regional pero, también, por todos y cada uno de aquellos socios que entendieron que sin pasta ya no había motivo alguno por el que pelear.

Una década después, liberados de aquella crisis y de aquellos complejos, y huérfanos de un discurso logístico en Madrid que piense en el bien de esta comunidad pero sobre todo en el bien de todas las regiones que transitan por ella, es la hora de volver a definir una estrategia logística y articularla en un órgano de consenso, transversal y público privado, donde se acuda para aportar, no sólo para rebañar, y que sitúe a la logística en Madrid en el altar que su preponderancia económica merece.