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Entre puertos y Puertos

El papel que ha desarrollado Puertos del Estado durante 25 años ha sacado, según pareciera, buena nota. Ha cumplido su nada fácil papel de mantener coordinados a los puertos de interés general para que siguieran siendo eso, de interés general y no particular.

  • Última actualización
    25 mayo 2018 00:00

Es una labor donde la necesidad de un tacto especial ha aumentado conforme ha ido pasando el tiempo. Las sensibilidades locales y regionales no estaban tan a flor de piel en 1992 como ahora. La mentalidad y la sensibilidad de los presidentes de las distintas autoridades portuarias ha cambiado mucho en su relación con el máximo órgano gestor de los puertos en España. Curiosamente, este Diario nació justo un año después que Puertos del Estado, por tanto, hemos podido conocer aquellos tiempos y vivir estos. José Llorca, actual presidente de Puertos del Estado, es también un gran conocedor de esa evolución. La primera de sus dos etapas en el cargo comenzó hace ahora 18 años. Así que todos tenemos la experiencia para saber con quién tratamos. Y esa experiencia debiera servir para saber cómo nos tratamos. Sobre todo cuando de ese trato ha de surgir uno de los objetivos máximos que se demandan a Puertos del Estado: justa coordinación como base del imprescindible liderazgo que se requiere. No es fácil. Y ahora menos. Pero eso no significa que no sea necesario. En la Transport Logistic de Shanghai, celebrada este mes, hemos vuelto a conocer distintas situaciones que nos llevan a reforzar la idea de que ese santo y sabio encargo de aglutinar intereses entre los puertos, limar asperezas, liderarlos hacia el respeto al interés general, requiere de un esfuerzo extra basado en dos puntos imprescindibles: leal colaboración bilateral y óptima comunicación. El mensaje a transmitir por los puertos españoles, sobre todo cuando van bajo el techo del mismo stand o pabellón, ha de ser el de la unidad, sin poner trabas a la competitividad individual en enfoques puntuales. Si el árbitro no es bueno, los arbitrados tienden a perderle el respeto. Tan cierto como que si los arbitrados no colaboran, jugar juntos va a ser casi imposible. El potencial de los puertos españoles, repito, es inmenso, como generadores de riqueza, puestos de trabajo y futuro. Desde siempre, los puertos se han quejado de Puertos del Estado, porque, a su entender, su autonomía, sea la que sea, es poca. Pero no parece posible una autonomía total de unos sin perjudicar al conjunto del sistema, incluso a ellos mismos. Cuando se pide una autonomía total puede ser porque hay otros intereses, legítimos y respetables, pero que no tienen que ver con la máxima que ha de regir el sistema: el famoso interés general. En algunos de los temas que van minando la relación entre los puertos poco o nada se puede hacer desde los puertos. En otros, como la coordinación de eventos y presencias, sí. La pelea ahora pasa por recuperar una máxima cordialidad, a base, sobre todo, de más y mejor comunicación entre presidente de las distintas autoridades portuarias y José Llorca y su Puertos del Estado. Sólo con eso se conseguiría, al menos, dejar de empeorar las relaciones entre unos y otros. A partir de ahí sólo quedaría mejorar, en busca del verdadero interés general. Como digo, es cada día más difícil, pero sigue siendo posible y sobre todo necesario, si todos quieren colaborar, claro.