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Habrá más veranos

Empiezan las vacaciones, de algunos, en un momento de esos históricos de verdad de la muerte. Cuántas novedades. Cuántos temas pendientes de esos que nunca habíamos vivido antes. Como por ejemplo, los problemas con las vacaciones de los estibadores.

  • Última actualización
    28 julio 2017 00:00

El caos en los muelles, pero sin conflicto. Los contenedores desviándose a miles, pero sin huelgas. La mala leche y la peor intención de unos y otros, pero sin maldad. El posicionar sus poderes para que nadie piense que no hay fuerza para la negociación de septiembre. El desprecio del trabajo ajeno. La dilapidación de lo conseguido, porque les sobra a unos aunque les falte a muchos. Un sistema, un esquema y un sector que permite todo esto y más. Un despropósito renovado año tras año. Un evento terrible condenado a repetirse una y otra vez (esta frase no es mía, es que me he venido arriba). Pero no se crean que esto es terrible, que podía ser peor: Podría haber mundial o europeo de fútbol. Entonces ya el cachondeo hubiera sido máximo. No nos hubiera quedado otra que rezar, todos en esta ocasión, para que a España la eliminaran cuanto antes, para que la actividad no se viera afectada los días de partido. Qué sector. En la estiba, ya ven, se ha avanzado mucho, pero mucho mucho en los últimos años, aunque en círculos, con tendencia a ir hacia atrás. Esto del insoportable cachondeo de las vacaciones de los portuarios es un clásico que hay que tomarse con una sonrisa, por no llorar. Si esto pasa, debe ser porque es posible que pase. Es como la canción del verano. Un daño colateral que parece que aceptamos con resignación, aunque cada año nos incordie más. El sector logístico es... especial. Y más en 2017. Y en verano de 2017... el colmo. Del despropósito, digo. Cuán anchas debe tener las espaldas el sector logístico para soportar tanto disparate y seguir vivo. Debe haber más margen del que nunca nos contaron, del que nunca imaginamos. Igual yo también me voy unos días de vacaciones. La verdad es que no me cuesta desconectar del trabajo. Lo que me preocupa es que no creo que desconecte de situaciones como las que viven estos días los muelles de nuestro sistema portuario. Me veo en las tórridas noches de verano ojiplático perdido, mirando al techo, interrogándome angustiado sobre cómo es posible que no haya una norma para regular todo esto. Una norma y sus correspondientes resortes para que se garantice su total cumplimiento. Cómo es posible que una situación de las que, como máximo, pueden producirse una vez en la vida, se repitan año tras año, cada verano, como el Día de la Marmota. Doctores tendrá la iglesia y se habrán devanado los sesos para alcanzar la solución, el avance, al parecer imposible. No lo dudo. Me vale y me conformo con ese pensamiento y esa explicación... para los primeros 20 veranos. Pero que las vacaciones en los muelles sea un arma arrojadiza, un motivo de discordia, un generador de tensión, es más complicado de asimilar cuando es algo que ser repite eternamente. Damos el año por perdido y el verano por sufrido. Nos queda poner la esperanza en que empresas, administración y portuarios tengan en cuenta que el año que viene, quieran o no, también habrá verano, y periodo vacacional. Por si quieren, digo, ir haciendo algo al respecto. Quizás sea pedir mucho.