A priori ya no hay nada que impida la formación de un gobierno, más o menos estable, que defina cuál va a ser la estrategia del país en materia de transporte y logística para los próximos cuatro años.
Independientemente de colores, afinidades, miedos, fobias y odios, llega el momento ahora de ponerse a trabajar porque, quizás, los políticos llevan demasiado tiempo pensando en la batalla política y muy poco pensando en cómo solucionar los múltiples entuertos y retos que tenemos por delante.
El presidente de FETEIA, Enric Ticó, hablaba el pasado martes en Valencia de las diferentes normativas que afectan al sector de la logística y el transporte. Más allá de enzarzarse en una dialéctica eterna en torno a los diferentes articulados e interpretaciones, el presidente de los transitarios recordó que lo que necesita el sector es estabilidad y eso es algo que no se está encontrando por parte de quienes tienen la responsabilidad de gobernar y legislar. Y no le falta un ápice de razón.
La estabilidad, entendida como una variable en los factores que influyen directamente en cualquier cuenta de resultados, es un elemento intangible cuya incidencia es determinante en la competitividad de una empresa.
La inestabilidad genera incertidumbre y, por lo tanto, dibuja un panorama en el que las inversiones se retraen, el atractivo se diluye y se opta por una posición defensiva a la espera de una coyuntura más favorable.
Es, por lo tanto, una aspiración legítima de cualquier empresa, más todavía cuando hablamos de un colectivo empresarial permanentemente machacado por las decisiones de otros sectores y ninguneado por su escasa capacidad para influir cuando llega el momento de las batallas políticas de las que hablábamos antes.
También proponía Ticó, y no es la primera vez que lo dice, la creación de un ministerio de la Logística y el Transporte, ya no tanto para que el nombre del sector tenga un peso específico en el Gobierno, sino para articular un instrumento válido, único y eficaz de interlocución y canalización de los asuntos propios.
Ya sabemos que la dimensión de la actividad del comercio internacional hace necesario que intervengan diferentes actores (Aduanas/Hacienda, Sanidad, Fomento, Economía, etc.), pero no es lo mismo tener que partirse la cara dando cientos de tumbos por los diferentes estamentos del Estado, que centrar toda la interlocución en un único punto para evitar duplicidades y responsabilidades diluidas.
Está claro que no se puede crear un ministerio para cada sector de la actividad económica del país, pero es que el nuestro representa más de un 13% del PIB, un porcentaje especialmente alto y lo suficientemente representativo como para ser tenido en cuenta y no ninguneado como hasta ahora.
Nosotros vamos a seguir como siempre, peleando por ganar la batalla de la eficiencia que es de lo que sabemos. Quizás estamos demasiado acostumbrados a permanecer en un terreno de juego que está desnivelado y con el marcador en contra, por lo que cualquier cosa que contribuya a mejorar un poco las condiciones, será bienvenida.
Confiamos, pero no nos confiamos, porque la experiencia nos dice que hay que seguir caminando, sea como sea el camino.