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La espada

En el esperpento de la estiba no sólo es preciso tener buena voluntad porque, es tal el nivel de surrealismo, es tal el emponzoñamiento del continente y el contenido, es tal la extrasensorialidad de lo interno y de lo externo que o bien te pones las pilas, o bien seguimos sublimando el doble tirabuzón invertido con triple tijera octogonal, que no es más que hacer el más absoluto de los ridículos.

  • Última actualización
    19 febrero 2019 18:08

Tras escuchar ayer al secretario de Estado de Infraestructuras, no me extraña que sigamos estando donde estábamos. Un señor que suelta su sermón como si viviéramos en Marte y que te habla de agenda, de inversiones y de acciones como si Dios ya nos hubiera mandado al paraíso y todo fuera eternidad, no es de extrañar que se tomara esto de la estiba con tal exasperante tranquilidad.

Yo ya sé que las prisas son malas consejeras, que no es bueno dejarse arrebatar por la histeria y todas las zarandajas psicoanalíticas que a ustedes les den la gana, pero si ayer el señor Pedro Saura habló en el Executive Forum de la hermenéutica de las infraestructuras como si lo de Pedro Sánchez el viernes no hubiera sido más que un holograma, no se extrañen de que cuando Ábalos le llamó por junio del año pasado y le dijo “Pedro, yo pongo la cara y tú el trabajo”, el señor Saura se pensara que Damocles no podía ser más que un pívot del Panathinaikos.

Y aunque llevamos meses gritando como posesos la infatigable letanía de “Pedro, la espada”, “señor Saura, la espada”, “ojo, la espada”, “ a ver si la espada...” y dale que te pego con la espada, a este Gobierno le ha importado un pimiento la espada, hasta que la realidad ha terminado por abrasar el hilo, desplomando la hoja y su incandescente filo en el centro mismo del occipital portuario. Decapitados.

... o casi decapitados, porque ahora en dos semanas queremos obrar el milagro y nos entran las prisas y surge la histeria, esa misma que queríamos evitar, y entonces uno se acuerda de todo el tiempo que este Gobierno estuvo tomando el pulso al sector desde junio hasta octubre, periodo de reflexión tan fructífero que cuando se sentaron por vez primera con el sector demostraron que tenían tanta idea de lo que pasaba como servidor de la dinámica rotacional de las estrellas enanas, es decir, no habían hecho absolutamente nada.

Y aún así, insisto, este Gobierno ha tenido buena voluntad con la estiba, fue capaz de inicio de templar los ánimos, de ir escuchando, de ir reflexionando, de ir proponiendo soluciones y todo con mesura monacal y casi sensual, en una recreación absolutamente alienante hasta que una mañana los independentistas te dinamitan los presupuestos y... ¡BOOM!, se te cae la espada.

¿Realmente esto no lo esperaban en Fomento? ¿Realmente no sabían que había que espabilar porque esto se iba a tomar por saco en cualquier momento?

Y, claro, ahora a correr, sin otra solución que tomar atajos para salvar los muebles, a la desesperada, reventando, entre otras cosas, los periodos de información pública, algo esencial si me apuran en una cuestión como esta de la estiba. ¿Realmente van a atreverse a aprobar algo negociado a puerta cerrada?

Claro que, ojo como Saura salga con la excusa de que “lo sentimos mucho, sonó la campana”.

¿Creen que Antolín Goya tiene el corral como para ir a sus afiliados y hacerles tragar con lo de “su tabaco, gracias”? Me da que no se van a cruzar de brazos...