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Lentes progresivas

Nos hacemos mayores. Unos más que otros y a mayor velocidad. Peor para ellos. Sin embargo, creo que ya, de una vez, le debo una cita al oculista. Como siempre sucede en las visitas a cualquier consulta médica, sea cual sea la especialidad, temo regresar a casa con un empaste de más y una muela de menos;  con prohibiciones para tal y cual alimento o bebida;  con un taco de recetas para la farmacia y una ristra de análisis que expedirán mi verdadero DNI, el “etario”, como define  la RAE el concepto “relativo a la edad”.

  • Última actualización
    18 febrero 2019 17:49

En definitiva, trato de evitar que me metan el miedo en el cuerpo y que me duela tanto el ídem como el bolsillo. “Procastinación sanitaria” es el diagnóstico. Y entre las cosas que más temo está volver a casa con un buen par de gafas plantado delante de los ojos. El caso es que hay legiones de oculistas  esperando a que me acerque por sus consultas para calzármelas a las primeras de cambio. Y sí, lo cierto es que acabarán saliéndose con la suya porque no lo veo nada claro. El presente, borroso. El futuro, ni con prismáticos.

Y sin embargo, a pesar de que todo lo que se escucha y se lee por ahí (esto último cada vez con mayor dificultad, por aquello de la vista) no parece que las cosas marchen tan mal. Lo decía el jueves pasado Diario del Puerto con letras bien gordas (a 33 puntos, calculo): “Los puertos españoles sellan otro año de récord”. Sin embargo, al día siguiente  la euforia parecía más contenida y en el primer párrafo de “Puertos Españoles 2018: Los MÁS” podía leerse:  “El cuarto ejercicio consecutivo de récord histórico de tráficos en los puertos españoles, tras la profunda crisis económica del período 2008-2013, esconde un resultado, no obstante, algo alejado de lo inicialmente previsto”. 

Que no es que no fuera así, aunque parece que queda cierto regusto amargo por lo que pudo ser y no fue, por haber crecido por debajo de lo esperado, siempre lamentando ese “bien, pero...”, que hace que parezca que nos guste más pulverizar récords que batirlos o que simplemente mejorar. ¿Acaso no es más entretenido un concurso de salto de altura o de pértiga en el que el saltador sube el listón de centímetro en centímetro a cada salto a que lo haga de cinco en cinco?

Y es que va a parecer ahora que cuando todas las empresas y gobiernos apuestan por un modelo de “crecimiento sostenido”, cuando éste llega resulta excesivamente escaso para sus verdaderas aspiraciones. Nunca la alegría es completa en este sector de la logística y el transporte en lo que a los números se refiere. Todo crecimiento es poco. Y lo que no sea crecer es nada. Una ruina. El acabóse. 

A partir de cierta edad, todas las personas desarrollan vista cansada o presbicia: el ojo ya no puede enfocar a diferentes distancias. Por ello, finalmente me decidí por pedir cita con el oculista. Y me  calzó unas gafas progresivas que me permitirán “volver a ver nítidamente en todas las distancias, todo en un solo par de gafas”. Sin embargo, me dijo que por la propia naturaleza del progresivo, al incluir todas las distancias en la misma lente, en los bordes laterales aparecen unas zonas donde la visión es algo borrosa. 

El cristal progresivo está diseñado para ver bien de lejos por la parte superior del cristal o lente; ver bien a distancias intermedias por la parte media del cristal y ver bien de cerca por la parte inferior de la lente. ¿Y si todos fuéramos por la vida con un buen par de lentes progresivas? Siempre lo veríamos todo bien. Siempre que no mirásemos por los laterales. Como los burros.