Menú
Suscripción

Paisajes

En los contados 400 metros en línea recta en los que se reparten las tres manzanas de edificios y los dos semáforos que separan el portal de mi casa de la oficina en la que escribo estas líneas, han pasado muchas cosas desde que el 16 de marzo el estado de alarma obligara a echar la persiana a casi todos los comercios y establecimientos de este tramo de calle donde ahora la actividad trata de recobrar, tímidamente, su vida anterior. Aunque el paisaje ya no es, ya no será el mismo.

  • Última actualización
    01 junio 2020 14:39

“Mari Carmen. Peluquería de Caballeros”, la pequeña “barbería” a la que acudía cada dos o tres meses, tiene pegado en su persiana el cartel de una inmobiliaria: “Se vende. Se alquila”. Sabía que Mari Carmen, autónoma a tiempo completo como peluquera y como persona, ansiaba jubilarse, “pasar a mejor vida”  tal y como, peine y tijera en mano, me decía con su risa ronca de miles de Winston fumados entre corte y corte. 

Sin embargo, el estanquero de la Expendeduría 33, no ha parado durante estas semanas de confinamiento de surtir de mercancía a sus clientes. Una manzana arriba, esta misma mañana he visto abrir sus puertas una academia de inglés, con una decoración digna de Laura Ashley, ocupando la misma esquina donde hasta hace pocos meses había un banco portugués con una foto enorme de un Cristiano Ronaldo que me vigilaba cada día al pasar junto a la cristalera. Además, los dos bares situados pared con pared en la acera de los portales impares, han reabierto con una novedad: comparten la misma terraza ocupando tres parcelas de aparcamiento de la ORA gracias a una licencia extraordinaria del Ayuntamiento.

Sin embargo, la boutique que hace dos años abrió la misma chica que atendía junto a sus padres la pescadería ubicada en el mismo local, aún tiene las persianas bajadas, lo mismo que la agencia de viajes especializada en destinos “lejanos y exóticos” que se inauguró por todo lo alto antes de las navidades. Entretanto, otros locales siguen cerrados mostrando en su escaparate el mismo cartel que colocaron el sábado 14 de marzo, anunciando un cierre temporal que nadie sabe cómo se resolverá... 

Hay empresas, negocios, personas, a las que el Covid-19 les ha cogido más a contrapié que a otras. ¿Dónde se situaría usted, como profesional  logístico, y a su empresa, en este tramo de 400 metros de calle, en este nuevo y cambiante paisaje?

El paisaje de estos 400 metros de calle ha cambiado en apenas dos meses.  Supongo que tanto como el Covid-19 ha cambiado nuestras vidas. Mari Carmen, mi peluquera, ha encontrado el momento idóneo para pasar a esa “mejor vida” que tanto deseaba. La academia de idiomas tal vez tenga que lucir su exquisita decoración british ante sus alumnos por Zoom, al menos durante un tiempo. La chica de la boutique quizá se arrepienta por no haber continuado con el negocio de sus padres, por mucho que no son lo mismo las escamas de una merluza que las lentejuelas de un vestido de cóctel. Y la pareja de la agencia de viajes para destinos lejanos y exóticos estará maldiciendo su suerte, mientras el estanquero sigue como si nada hubiera pasado, no tanto el farmacéutico que tiene enfrente. 

En este paisaje que nos ha dejado el coronavirus y que cambia día a día, adquiriendo nuevos matices y perspectivas, observo a mis vecinos de calle y trato de encontrarme. Me compadezco de la pareja de la agencia de viajes y envidio a Mari Carmen, la peluquera; deseo que la academia de inglés se llene de alumnos y que vuelvan los cócteles para que la chica de la boutique venda sus vestidos; me alegro infinito por los bares que comparten terraza y, como detesto el tabaco, me la trae al pairo el estanquero...

Hay empresas, negocios, personas, a las que el Covid-19 les ha cogido más a contrapié que a otras. ¿Dónde se situaría usted, como profesional  logístico, y a su empresa, en este tramo de 400 metros de calle, en este nuevo y cambiante paisaje?.