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¿Perder para ganar?

La imaginación y el pensamiento crítico son dos de las cosas que, mal que le pese a algunos (y me consta que los hay), no nos pueden arrebatar así como así: en mi mente el control lo tengo yo y, mientras así sea, seré libre. Quizás tenga ganas de convertirme en superguerrera, rollo Son Goku, ante la escucha de insensateces varias; quizás me pregunte por qué sucede lo que sucede ahora y no hace 10 años cuando se inició realmente, a pie de huerta, el proyecto de la ampliación de la V-21, pero lo que está claro es que no me quitarán el poder pensar y creer en lo que me dé la gana.

  • Última actualización
    27 septiembre 2019 17:46

Escuchar y analizar lo que se dice, se informa y se opina en los medios de comunicación o en las redes sociales antes de forjarse una opinión es de sentido común (al menos para mí ¿quizás es deformación profesional?), por eso, molesta comprobar que los hay que, pese a las declaraciones de los protagonistas y las explicaciones dadas, insisten, una y otra vez, en mantener su proclama sin sustentarla en realidades. Chico, cuando tiras del “me han dicho que” para largar tu media verdad en una información, subrayo en una información no en una opinión, esa acción, te retrata. 

Llevamos unas semanas en las que los medios de comunicación parecen haber perdido la vergüenza a la hora de hablar mal del Puerto de Valencia y su comunidad portuaria. Me encanta que desde el cuarto poder monitoricemos las acciones de los políticos y mandamases, que les pillemos en falta y que si engañan a la sociedad se pueda hacer público para que el ultraje no quede impune, pero echar por tierra el trabajo de los operadores portuarios y logísticos por desconocimiento de la actividad... O peor por tener más likes, followers o clics por los que cobras un dinero, todo sea dicho de paso, pues no lo veo.

No quiero decir que haya que rendir pleitesía a nadie, ni al Puerto, ni a las empresas, faltaría más; simplemente señalo que hay que poner en su justa medida las valoraciones y sentencias que se lanzan a las redes sociales porque, aunque algunos no lo crean, esos rumores, esas medias verdades, esas fake news, se viralizan a una velocidad pasmosa y llegan a todas las partes del mundo, incluso a la sede de MSC en Suiza. Con lo que eso supone.

Los puertos competidores de Valencia ya se relamen ante la mínima oportunidad de que el proyecto de TiL en Valencia se desvanezca. Seguro que más de uno ya se ha pasado por Suiza con una caja de bombones (ya me entienden).

Está claro que como sociedad evolucionamos, adaptamos nuestros criterios a las nuevas realidades, y si nos estamos ahogando por la contaminación tendremos que hacer algo pero, antes de querer reducir la actividad económica de la Región así a las bravas, deberíamos plantearnos de qué van a vivir los habitantes de esa zona en una sociedad capitalista como la nuestra en la que los que no tienen un trabajo se quedan al margen. ¿Por qué nos piden renunciar a un proyecto que generará más de 3.000 puestos de trabajo de alta y media cualificación? ¿Por qué tenemos que desdeñar 4,79 millones de TEUs/año y lo que supone para la economía local (y sí, lo sé, muchos de los contenedores serán de transbordo esa actividad maldita que los expertos de la universidad dicen que no aporta nada aunque nos salvara de la quiebra hace apenas unos años)? Además, la nueva terminal prevé un alto grado de automatización, con una instalación totalmente electrificada y, desde el punto de vista ambiental, la oferta de TiL se ha concebido para minimizar las emisiones de CO2 equivalentes y el consumo energético. ¿Por qué no sirve este compromiso? ¿De qué quieren que vivamos? Cambiemos la sociedad a mejor, obvio, pero hagámoslo desde la cordura. Porque nada es blanco o negro. Juguemos sensatamente en el mar de grises que tenemos.