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Un virus sin corbata

Seguro que no soy el único que se ha percatado de la situación. Además de las muchas y muy variadas rutinas que nos está dejando esta pandemia, existe un ámbito, más frívolo si quieren, que nos estamos dejando pasar por alto. Me refiero, por supuesto, al outfit de cuarentena y a la decoración de interiores.

  • Última actualización
    13 mayo 2020 14:33

¿Qué quieren que les cuente que no hayan descubierto ya con sus propios ojos en cientos de webinars y videoconferencias?

Si en los primeros días del estado de alarma, cuando los ciudadanos salían masivamente a los balcones, el espectáculo estaba en la variedad y el colorido de los pijamas de nuestros vecinos, en la actualidad hemos avanzado de fase y nos encontramos ya en periodo de análisis del “outfit” cotidiano que hemos ido adquiriendo durante este periodo.

Aconsejaban los expertos una serie de rutinas para poder sobrellevar el teletrabajo. Una de ellas, recordarán, pasaba por vestirse exactamente igual que cuando nos teníamos que desplazar a la oficina.

He observado una evolución en este sentido. Los hay que se han relajado en exceso por el hecho de estar en casa y aparecen en las videoconferencias como si fueran a pasar la mañana en la playa y también los hay que son incapaces de mostrar una imagen natural y desenfadada al tiempo que sobria y elegante. Ya saben.

(NOTA: El tema de los pelos largos, los tintes, las barbas y los rapados radicales lo dejaremos para otro momento, si les parece).

De lo que no hay ninguna duda es que el complemento que peor parado ha salido durante esta cuarentena ha sido la corbata. Efectivamente, ese elemento reservado socialmente a los varones y que juega un papel de distinción y elegancia (cuando se lleva bien), ha pasado definitivamente a un segundo plano.

No recuerdo ni una sola corbata en ningún webinar o videoconferencia de las que he estado. Y les aseguro que son ya muchas.

Se impone la lógica... y la comodidad. Hay un tiempo para cada cosa (y una cosa para cada tiempo, como diría algún illuminati) y ahora parece que no es momento para atarnos al cuello una soga. Bastante tenemos ya con la que nos está cayendo como para que demos facilidades a la parca.

De lo que no hay ninguna duda es que el complemento que peor parado ha salido durante esta cuarentena ha sido la corbata. Efectivamente, ese elemento reservado socialmente a los varones y que juega un papel de distinción y elegancia, ha pasado definitivamente a un segundo plano

¿Y qué me dicen de la decoración de interiores? ¡Madre mía! Ahí hay un mundo por explorar.

Hay quienes mantienen la teoría de que el único fondo válido para aparecer frente a las cámaras en una webinar o videoconferencia es una librería (repleta de libros, ojo) y hay quien, en realidad, le importa un pimiento qué es lo que tiene detrás.

Y aquí quería llegar. Podemos seguir buscando distractores que nos alejen de la cruda realidad que vivimos, pero no tenemos más remedio que enfrentarnos a la situación.

El sector logístico, su entramado empresarial en particular, no debe mirar qué es lo que tiene detrás porque el futuro lo tiene delante y el decorado de nuestro escenario ya sabemos cómo es: entre oscuro y muy oscuro.

Tampoco debería importarnos cómo calza el vecino. Bastante tenemos con lo nuestro como para estar pendientes de otras historias.

Si todos los expertos coinciden en que el comercio exterior será palanca de recuperación, creo que nos toca “outfit” de mangas y camales remangados.