Comenzamos por aquí, por el mañana. Los transportistas de ATEC, Javier Martín y Juan Romero Cabello, opinan que el futuro del sector “dependerá de las ayudas a la integración de vehículos menos dependientes a las energías fósiles”.
Desde Sintraport, Manuel Francisco Gallardo Sánchez, Juan Orta Marín y David Álvarez Álvarez tampoco pueden ser optimistas. “Con el tema de las bajas emisiones llegará un momento que tendrán que poner camiones eléctricos imposibles de costear”, apunta Manuel; “El futuro lo veo mal. Si no cambian las normativas y las formas de hacer las cosas, no habrá futuro ya que las condiciones son muy precarias”, concreta Juan; “Los autónomos somos una especie en extinción ya que cada vez lo manejan grandes empresas con flota propia”, agrega David.
En este mismo sentido se manifiestan los transportistas de Newport: “Las restricciones ambientales cada vez son más fuertes, la renovación del parque de camiones es muy costosa y no todo el mundo puede renovar sus vehículos por otros más nuevos y eficientes”. Temen que, en el ámbito del medio ambiente, el transporte ferroviario gane cada vez más importancia, “sobre todo en trayectos de larga distancia, relegando el camión a desplazamientos más reducidos o a urgencias de los clientes a la hora de la entrega de sus mercancías. Se seguirá siendo necesario, pero las rutas a cubrir cada vez serán de menor kilometraje”.
Por su parte, José Carlos Barrera Fernández, chófer de Ocean Transport, cree que el futuro de la actividad podría quedar a oscuras por falta de profesionales del camión. “Muchos conocidos están bajándose de los camiones, dejando el oficio. Porque no está ni pagado ni bien visto. Se debe hacer un cambio”, asevera Barrera.
De igual forma se manifiesta Luis Rico, de Transportes Portuarios: “Como no haya un gran cambio va a haber problemas a corto plazo porque las nuevas generaciones no quieren este trabajo. Estamos en un sector en que la media de edad está entre los 50 y 60 años, si no se cubren las plazas con gente joven, en poco tiempo, no habrá profesionales que se dediquen al transporte.
Calidad de vida
La búsqueda de la conciliación y la calidad de vida, sin duda, marcarán el devenir de la carretera. Luis Rico, de Transportes Portuarios, camionero con más de 26 años de experiencia en el sector, subraya que no existen ayudas que motiven a las personas a sacarse los permisos necesarios para trabajar “y aunque existen empresas que ofrecen buenas condiciones económicas, la gente sabe de lo sacrificado que es este trabajo y prefieren tener menos dinero y más tiempo libre”.
Preguntado por si cree que es un problema generacional, Rico opina: “Creo que es un problema de valores, hemos creado una sociedad que no sabe ni quiere sacrificarse para sacar una familia adelante, para afrontar los pagos de una casa o para que a tus hijos no les falte de nada; hoy día la gente parece que la única preocupación es tener el móvil de última generación y tiempo libre. Si a esto le sumas que no se recibe, por parte de ningún estamento, ningún tipo de ayuda para obtener los permisos necesarios, ¿cómo le puedes pedir a una persona que, sin medios, invierta cerca de 6.000 euros para sacarse el carnet de conducir, CAP, ADR, etc.? Las partes afectadas deberían buscar una solución para que las nuevas generaciones vean en el transporte un trabajo con seguridad, buenos beneficios y de futuro”.
José Carlos Barrera, tras 20 años trabajando en el transporte como chófer, lo tiene claro: es un problema generacional y social. “Si no lo hacemos atractivo a los jóvenes tenemos un problema. Debemos aprovechar que aún hay veteranos y ponerlos a transmitir valores y experiencias a los jóvenes. En cinco años ellos se jubilarán y ¿entonces qué?”, pregunta. Preguntado por si querría que sus hijos se dedicaran al camión, Barrera dice: “No lo querría para mis hijos, de hecho, mi hermano pequeño quería y le dije que no; que estudiara y se profesionalizara en otro oficio más digno y seguro”.
En estos mismos términos se manifiestan, Tau Cercós Casellas, Raúl Mascaró Cruces y Ramón Pieres Villalonga, de Mascaró Morera, quienes destacan que es un trabajo muy sacrificado y no quieren que sus hijos lo ejerzan; y Juan Orta y David Álvarez, de Sintraport, quienes subrayan que no les gustaría que sus hijos fueran transportistas “porque es una profesión no valorada ni dignificada por parte de los clientes y el gobierno” y “por cómo se está poniendo el sector”.
Poner en valor la profesión
Es en este punto en el que todos los entrevistados alzan la voz al unísono: hay que dignificar la profesión. ¿Cómo? En primer lugar, garantizando unos salarios dignos. Xavi Aviñò, chófer de la empresa Multitrans, explica que el principal problema del transporte por carretera hoy en día “es no estar valorado en tu profesión y no tener un sueldo digno. Los sueldos son muy bajos por las burradas de horas que haces al día”.
Desde Sintraport, Manuel Francisco Gallardo Sánchez alerta: “Se debería mejorar el salario porque la gente no está dispuesta a percibir un sueldo tan bajo comparado con las horas que se trabajan, por lo que no habrá chóferes suficientes para cubrir el relevo generacional”.
“Para poder poner en valor la profesión, se debe destacar su importancia en la cadena logística y luego, en base a eso, pagar lo que necesitamos para poder seguir dando un servicio de calidad”, opinan los transportistas de ATEC. En segundo lugar, impulsando la conciliación familiar. Actualmente, la conciliación es complicada en este tipo de trabajo. “¿Cómo lleva un transportista la conciliación familiar? En una palabra: fatal”, destaca Tau Cercós. Obviamente, concreta Raúl Mascaró, depende del tipo de transportista que seas: “El transporte nacional no te permite tener una vida familiar; sin embargo, las rutas locales te permiten un poco más de tiempo”.
“Casi nunca puedes hacer las cosas habituales que todo el mundo hace, llevar a los niños al colegio, ir a recogerlos, llevarlos al médico, reuniones escolares, etc. Tienes que tener un gran apoyo familiar en casa, para que puedan suplir tu ausencia”, confirma Luis Francisco Rico.
“Hacemos lo que podemos, la verdad es que la conciliación se limita a los fines de semana. Es difícil tener un horario estable que te permita participar en las actividades propias de la conciliación”, añaden Juan Romero y Javier Martín.
Y, finalmente, garantizando unas condiciones de seguridad y sanidad dignas, porque no se sienten seguros en la carretera. “En la carretera todo puede pasar, las largas esperas hacen que nuestra jornada se alargue haciendo que el cansancio se acumule y la capacidad de atención decae bastante”, explican desde ATEC, “necesitamos que los servicios al transportista estén a la altura de las exigencias del sector. Áreas de descanso dignas, plazas de aparcamiento que no impliquen hacer desplazamientos de más de 25 kilómetros para poder aparcar y reducir el tiempo de espera”.
“En mi caso no me siento seguro porque, al no haber un relevo generacional que esté enseñado por los veteranos, a la carretera acude gente que no está preparada. Hay mucha inseguridad debido a la falta de profesionalidad y de valores como el respeto a los usuarios de la vía”, apunta José Carlos Barrera Fernández.
“Si las personas involucradas entendieran esta profesión y valoraran más al sector, todo sería más fácil de solucionar”, concluye Luis Francisco Rico.