Menú
Suscripción

Consecuencias

Me gustan algunas películas. Mucho. Pero no sé si lo suficiente para decir que me gusta el cine. ¡Hay tanta morralla! Dentro de las películas, con que me pellizque una sola frase, ya doy por bien empleado el tiempo invertido en todo el metraje.

  • Última actualización
    21 octubre 2021 23:38

Recuerdo, por ejemplo, de Minority Report, cuando uno de los tres “precognigtivos”, Agatha, genialmente interpretada por Samantha Morton, avisaba constantemente al “prota” de la película, el pequeño gran Tom Cruise, con aquello de “¿es que no lo ves?”. Esa frase me repica en el cerebro de modo recurrente con más asiduidad de la que desearía. A veces las cosas más evidentes quedan tapadas por una nebulosa de mentiras, de política o de estupidez, que, al fin y al cabo, tampoco andan últimamente tan distantes. Parece mentira que datos, cifras incluso, rotundamente llamativos, pasen desapercibidos, sin otra lectura que la que se dibujan en la superficie. Publicamos estos días la importante subida del tráfico de contenedores de Barcelona, y cómo Valencia sube casi exclusivamente en importación y exportación. Los porcentajes son tan llamativos, que no podemos dejar de comentarlos, por si alguien no se ha dado cuenta de que esto no es casual. Vaya por delante que Diario del Puerto no está para defender o atacar a ningún puerto. Si hemos de subrayar algún objetivo concreto este sería el de apoyar al sector logístico en general, con honestidad. Ni más ni menos. Dicho esto… y recordando aquello de ¿es que no lo ves?, no queda otra que indicar que miles, decenas de miles o cientos de miles de contenedores de Valencia se están marchando a Barcelona. ¿Por qué? Quizás porque así lo han decidido los que deciden en esto: las navieras. De un día para otro pueden decidir desviar cientos de miles de contenedores, sobre todo los de transbordo, de un puerto a otro, sin pestañear. Supongo que es su derecho, que se lo han ganado. O que, sencillamente, pueden hacerlo y… lo hacen.

Esto no es un juego. No lo olvidemos. Si un puerto lo hace bien, como puerto y como sociedad, puede, de un día para otro, sí, incrementar su índice de actividad. Muy santo y muy sabio. A quitarse el sombrero y punto.

Los vehementes mensajes del “no al puerto equis”, sin indicar jamás qué se propone a cambio (parar siempre es más cómodo que moverse) tienen efecto directo negativo … en local.

No voy a entrar, aunque podría, en verter aquí mis teorías, con muchos o más fundamentos, sobre el por qué de este traslado de movimientos de sur a norte. Da igual. Las navieras tienen el poder. Cada vez más. Muy por encima del poder que pueda tener el político local de turno. Y, como decían en El Padrino, “el poder desgasta… a quien no lo tiene”. Las navieras, y sus agrupaciones, lo tienen, más que nunca. Tras adquirir terminales y algún puerto que otro, siguen levantando la vista para otear nuevos objetivos. Hoy por hoy son ya el eslabón principal y más fuerte de la cadena logística. Ellas deciden.

Sólo quiero llamar la atención sobre el hecho de que los desvaríos de la política (cada día me da más repelús esta palabra) no salen gratis a nadie. Retrasar una infraestructura, en el puerto que sea, pararla por pararla, no afecta a las navieras o al comercio internacional de modo relevante. Ni a la economía ni al medioambiente global (el único que realmente importa). Lo que no se mueve allí se moverá aquí. Y punto. Los vehementes mensajes del “no al puerto equis”, sin indicar jamás qué se propone a cambio (parar siempre es más cómodo que moverse) tienen efecto directo negativo … en local.

Y… pobre de quien piense que la mala política es un problema de este o aquel puerto.