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En manos de ellos

Es curiosa la relación entre la política y la logística. Mucho. Como muy bien han reflejado mis compañeros en anteriores trabajos, pareciera que muchos de los que estos días se han postulado a un cargo con febril pasión, desconocen todo o casi todo de la logística. Y los que no la desconocen… la ignoran.

  • Última actualización
    25 abril 2019 17:08

Vamos, que pasan de logística como yo de Supervivientes. La relación, no obstante, existe, porque, aunque los políticos pasen de la logística, la logística no puede pasar de los políticos, y no porque esté enamorada de ellos, creo. El caso es que, a partir del lunes próximo, esos señores y señoras que esta semana no dedicaban ni una letra de sus discursos a hablar de uno de los sectores con más potencial del país, tendrán en sus manos buena parte del destino de nuestro sector. Cargos tan significativos como ministro de Fomento, presidente de Puertos del Estado, presidente del Puerto de Valencia… dependerán de qué político nos haya tocado en suerte. O en desgracia. Muchos de esos nuevos cargos tendrán que parar un rato para ver qué es un puerto, cómo se come y a qué sabe. Para luego, sin intermedio, elegir a quien lo gobierne. Como quien elije compañeros de pupitre para que forme parte de su equipo de fútbol en el patio del colegio. Si llegan gentes nuevas, en cuanto el cargo ya sea una realidad, habrá que darles algo de tiempo para que sepan dónde están, más tiempo para que entiendan algo, y más tiempo para que empiecen a tomar decisiones. Unos tardarán días, que los hay, otros meses, los más, y otros no se acabarán de enterar de qué va esto… nunca. Todo es cuestión de tiempo, pero ese es, de los muchos que hay, el principal elemento diferenciador entre los políticos y los logísticos. El concepto de tiempo que tienen unos no tiene nada que ver con el de los otros.

Llegará un día en el que, como nos cuentan que se hace en Italia, los altos cargos de nuestro sector se elegirán como lo que son, altos cargos de muy grandes empresas. Una selección de personal nos atrae más que una elección en función de simpatías políticas. Quizás para los altos cargos, un ministro, por ejemplo, sea más necesario un componente político. Pero, bajando de ahí, cuando más se acerca el cargo al muelle, más preciso se hace una preparación académica y vital cercana al micro mundo en el que se sumerge. Conocer usos y costumbres, lenguajes y símbolos propios de este sector debiera ser asignatura obligada. O traerla aprendida o estar capacitados para aprenderla cuanto antes.

Verán, a partir del lunes, la de rumores, dimes y diretes, que se cruzarán por todas partes. Volverá a hervir el patio de vecindonas. Volveremos a estar en las manos de quienes no saben quienes somos. Volverá el riesgo de que lleguen políticos que ni idea tienen de logística, que nombrarán a políticos que de logística ni idea tienen, para encargarles que nombren al frente de los puertos a algún conocido, que tendrá o no idea de esto.

Para frenar el escalofrío, sólo les puedo recordar la vieja máxima, llena de sabiduría, por cierto, que dice que puede, perfectamente, haber un muy buen puerto con una mala autoridad portuaria y una muy buena autoridad portuaria en un mal puerto. El que no se consuela es porque no quiere.

Lo único que ya pedimos, respecto a los cargos más cercanos, es que nos duren. Es que, saben, les acabamos cogiendo cariño. A los cargos logísticos. A los políticos todavía no tanto.