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Tinglados con vistas a la pared

Sí, ya sé que me propuse no volver a escribir sobre la hilera de postureo de vidrio y cemento que han ubicado en la orilla de mar, castrando la Dársena Interior del Puerto de Valencia para siempre o, al menos, para nuestro siempre. Pero es que van y celebran.

  • Última actualización
    06 julio 2018 00:00

Todos las autoridades políticas valencianas, locales y autonómicas, se dieron cita el pasado lunes para recorrer los tinglados 4 y 5 del Puerto de Valencia. Todos, estaban todos: President, Consellera, Alcalde, Secretario Autonómico ... Incluso los representantes de la oposición. Además de servirnos para reflexionar sobre si es preciso que tanto y tan ocupadísimo representante de la autoridad se cite en un mismo sitio para echar la mañana, el evento sirvió para la celebración y el lamento. En ambos enfoques estaban todos de acuerdo. Se celebraba la "recuperación" para la ciudad de los majestuosos tinglados del puerto. Y se lamentaba que la ciudad les haya quitado el puerto a los tinglados. En los corrillos que se formaron, aproveché para indicarles a todas las autoridades el despropósito de haber convertido la orilla del mar en improvisado parque tecnológico. Fue curioso comprobar como todos estaban de acuerdo con mi observación, más o menos.Tan asombroso apoyo se fundamentaba en dos aspectos. Por un lado, unos me daban la razón como me la hubieran dado si les pido matrimonio. Es decir, oían pero no escuchaban, como suele ser habitual en política. Por otro lado, otros me la daban porque eso había sido culpa de "los otros". Fuera quien fuera mi interlocutor, el hecho de que en vez de ver el mar viéramos un muro era, invariablemente, culpa de "los otros". Y claro, el que más y el que menos tenía ya un plan para quitar de ahí al menos las estructuras que no se usan desde que acabó la Copa del América. Cuenten con ellas para otros diez años mínimo. Además, los inmensos tinglados, ya vacíos por fin de los boxes de la Fórmula 1 (aquí se juntan el hambre y las ganas de comer), planteaban a toda la comitiva una pregunta concreta: ¿Y ahora qué van a poner aquí? Existen muchos proyectos, dicen que dijo el Alcalde. Lo que traducido al lenguaje de la realidad significa que las palomas tienen retrete para rato. No acabamos de entender por qué los puertos han de ceder espacio a la ciudad, teniendo más que constatado que en cuanto se cede a la ciudad se les quita a los ciudadanos. Dicen que ya no se puede hacer nada, que los nuevos y modernos ocupantes de la orilla de la Dársena Interior tienen concesiones para 50 años en algunos casos. Y, miren por donde, no se lo van a creer, pero no he leído una sólo línea en contra de este rotundo ataque al paisaje de todos. En los tanatorios de diseño que nos han puesto entre los edificios públicos y el mar o entre los tinglados y el mar, se han instalado cosas muy modernas y con mucho anglicismo, que también podrían perfectamente instalarse en un polígono industrial o en un parque tecnológico. Si se hubiera intentado instalar ahí algún servicio vinculado con el Puerto, que, por si lo olvidan, sí necesita estar en la orilla del mar, sencillamente no se hubiera instalado o ya lo habrían quitado. No me pregunten por qué Valencia es así.