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Gran empresa o empresa grande

Este sector logístico cuenta con características empresariales multiplicadas. La esencia de la empresa, de los negocios, se encuentra reflejada en nuestro mundo como en muy pocos. ¿Por qué? Pues porque aquí todo es a lo grande. Las magnitudes son macros. Aquí las empresas grandes son especialmente grandes y además cuando crecen no lo hacen como cualquier empresa, lo hacen a lo grande, exponencialmente. Tonterías las justas.

  • Última actualización
    09 febrero 2018 00:00

Si hay dos inmensas navieras, va una y compra la otra. O se alían tres y se multiplican por cuatro. Y se llevan cinco (por delante). En un abrir y cerrar de ojos. La envergadura de estas inmensas organizaciones empresariales conlleva un inmenso poder. Los puertos los saben, los gobiernos locales y nacionales lo saben. Así, con cierta lógica, todo el mundo mata por complacerles, por subirles el jerez al caballo, por muy alto que sea el equino. Y es que en este sector, el pez grande se come al chico, al mediano, al grande y, a veces, a sí mismo. Además, su voracidad es peculiar, porque, cuando comen, en vez de saciarse, se vuelven más voraces. Si sumamos todo esto, corremos concreto riesgo de generar también vips muy vips y mucho vips, que diría Rajoy. Aquí es donde se vuelve a hacer preciso recordar, otra vez, que la empresa y el negocio no es lo más importante. Al menos para mucha gente. Al menos para mí. Por encima están las personas. Nada puede haber por encima de las personas. Al lado de todo libro de liderazgo, dirección de empresas, excelencia y derivados, debería haber un hierro de esos de marcar ganado con el que los very vips de la muerte se grabaran en las entendederas eso de que no hay nada por encima de las personas. Da igual que tengan un "carguete", un cargo, que sea un CEO o el puto amo que diría Guardiola, sea como sea, por favor, respeten a las personas. Cada vez es más frecuente eso de que una empresa compra o se alía con otra. Se genera entonces la situación de aterradora incertidumbre en ambas plantillas. Decenas, cientos o miles de personas pasando los peores días de su vida profesional porque... nadie les dice nada. Los nuevos jefes pululan por los despachos como la chica de la curva pasea por la carretera, sin que nadie sepa si están o no. Mientras la vida de las personas de su entorno se balancea colgando del hilo de la incertidumbre, durante meses. Condenan a los equipos, a base de soberbia, falta de respeto y mala educación, a la angustia vital de no saber si los nuevos saben que existen y si, en ese caso, quieren que sigan existiendo. Cuando una empresa llega a coger el poder en otra, lo primero que debería hacer es comunicar a las plantillas todo lo comunicable y luego hacer lo más corto posible el periodo de transición. Así es como se demuestra ser una gran empresa, que no es lo mismo que ser una empresa grande. Lo que a veces ocurre tiene poco que ver con esto. Llegan los citados mega vips de la muerte y ni les dirigen la palabra a nadie o a casi nadie. Cuando una palabra suya bastaría para eliminar profundas angustias. El mucho poder atrae adulación y la mucha adulación genera monstruos. A la hora de apostar por los cargos o las personas, no olviden que seremos poderosos poco o mucho tiempo, pero siempre seremos personas.