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Hambre para mañana

A la espera de lo que hoy sean capaces de resolver patronal y sindicatos de estiba, sobre la mesa tenemos a partir del próximo lunes una semana entera laborable de paralización absoluta en los puertos, pues a las 24 horas del lunes le seguiría durante cuatro jornadas la maquiavélica artimaña de las horas alternas, que minora el impacto en la nómina del estibador pero destroza por igual la moral y la actividad de la empresa. Estrategias top del manual del buen movilizador.

  • Última actualización
    20 noviembre 2019 18:16

A nadie le ha podido coger por sorpresa esta convocatoria de huelga porque estamos ante lo que ha venido siendo un deseo expreso del sindicato desde hace ya varios meses, pues, a decir verdad, Coordinadora se sentó a la mesa negociadora con la paciencia ya agotada, para qué nos vamos a engañar.

Siempre quisieron un acuerdo relámpago, siempre marcaron horizontes negociadores de apenas un mes, hasta el punto de que uno ha llegado a pensar que lo importante no era el contenido sino cerrar cuanto antes el acuerdo o, mejor dicho, cerrar rápido y a toda costa el acuerdo, con esa sensación aterradora en la otra parte de no saber cuántos goles te están metiendo.

Ahora bien, la patronal, a la única a la que en la última década se le ha hecho huelga -pues al Gobierno de turno no se le ha materializado un sólo paro ni cuando se sometieron a votación los sucesivos reales decretos- no ha estado dispuesta de momento a saltar rendida al campo y, lo que es más importante, no ha querido renunciar a ese rol de garante de la libre competencia que de forma ciertamente cobarde le endiñó el legislador de la mano de la confusión y las inconcreciones de los interminables decretos sucesivos.

De esta forma, nos ha llovido del cielo un preaviso que ahora mismo en sus argumentos principales realmente no contiene ninguna discrepancia de fondo sobre las cuestiones que se negocian en la mesa del V Acuerdo Marco. El preaviso es por cuestiones de forma, es decir, se acusa a la patronal de “dilación “ y “mala fe”, es decir, por retrasar de manera torticera la negociación exigiendo tiempo para pensarse el siguiente paso a dar, precaución que, viniendo de donde venimos, discúlpenme, se antoja fundamental, dada la sapiencia ancestral de algunos de dibujar con disimulo puertas donde se indica “pasen sin llamar”.

Esta acusación de dilación ya estaba en julio cuando el sindicato mayoritario estuvo a un tris de convocar un paro porque en vez de en la primera quincena de septiembre ANESCO quería reunirse en la segunda; e ídem en septiembre cuando hubo que buscar a los dos mediadores para poner paz en las dudas sobre la seguridad jurídica; e ídem en octubre cuando se quiso entrar en las cuestiones de fondo y algunos no entendían por qué había que negociar lo que en el fondo es lo más básico; y así hasta que pasó el 10-N y, como quiera que ANESCO volvió a pedir tiempo, por fin de una vez se presentó el preaviso.

Y digo el 10-N porque si hasta ahora no se materializó el preaviso es porque el Gobierno en requetefunciones pidió al sindicato mayoritario que no le reventara la campaña electoral, compromiso que el sindicato respetó y del que se liberó en cuanto se han celebrado los comicios.

Hoy es miércoles. Hoy, tal y como pidió ANESCO la semana pasada, se retoma la negociación. Y hoy veremos si por fin nos dejamos de formas y sale a la luz pública el fondo de la cuestión, es decir, la discrepancia en torno a la libre competencia y al control decisorio en las empresas. Todo lo que no sea coger estos dos toros por los cuernos, será pan para hoy y mucha hambre para mañana, incluido para los sindicatos.