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Ignorar a la carretera traerá consecuencias

Con la tontería de esconder la cabeza y hacer oídos sordos a ver si la cosa se soluciona por arte de magia (spoiler: no va a suceder), se nos está quedando un mes de julio calentito, calentito. 

  • Última actualización
    09 julio 2021 16:06

El sector del transporte por carretera valenciano está llegando a su límite. Y digo “su límite” en conciencia porque, las cosas como son, el límite de verdad, el que sería normal y aceptable, ha sido ampliado por los transportistas, una vez y otra y otra... ¿Paciencia infinita? ¿Inocencia desmedida? Para nada. Creo que la cosa va más por el rollo de la responsabilidad de ofrecer un servicio al cargador y la esperanza de que los cambios se produzcan porque son de justicia. 

Tras meses de ser esenciales (entonces sí), de jugarse el tipo en pleno confinamiento, de no conocer qué futuro les esperaba, de no aparecer en los planes de ayudas ni en los de vacunación (sigo flipando con esto)... Ahora tienen que seguir tragándose colas de horas (3 ó 4 nada menos OMG) para recoger o entregar un contenedor en algunas terminales portuarias. Y digo seguir porque (lamentablemente) este problema no es nuevo. 

Todos los problemas que denuncia el transporte por carretera son conocidos, están identificados y han sido reclamados (más de una vez), entonces... ¿qué pasa? ¿Por qué se les ningunea de esta manera?

Además, recuerdan los transportistas, se trata de un problema que afecta a la eficiencia de la actividad y “hace recaer sobre el transporte las consecuencias negativas derivadas de las deficiencias de funcionamiento de las terminales de contenedores”. Por eso, se entiende perfectamente que los ánimos estén, digamos, alterados... pero si es que con este calor veraniego estaríamos hablando además de temas de salud y seguridad laboral. No se puede estar tanto tiempo al sol dentro de un vehículo por mucho que éste sea nuevo y etc. Por no hablar de la ineficiencia ambiental que se genera con las colas y que los espacios no están preparados con unos servicios mínimos para la higiene y aseo de los conductores. Sin-pa-la-bras

Conclusión: todo mal. Así no se puede trabajar. Lo dicen la Federación Valenciana de Empresarios del Transporte y la Logística (FVET) y la Federación Nacional de Transportistas Portuarios (Fenatport): ni las empresas ni los conductores van a poder aguantar más que la actividad portuaria siga funcionando “a costa del transporte y sus profesionales”. 

Tiene su sentido que exijan medidas eficaces para que la actividad se desarrolle en unos tiempos razonables. El problema es saber cómo hacerlo sin entrar en colisión frontal con la viabilidad de los otros eslabones de la cadena logística. Aunque, venga, confío en que es viable que todos ganen. ¿Incrédula ilusión la mía? Es posible.

A todas estas, y por seguir con las buenas noticias, la rentabilidad, y por lo tanto la viabilidad de las empresas del transporte terrestre -todas-, está en el aire por culpa de la escalada de los precios de los combustibles de los últimos meses. Las empresas pudieron sobrellevar el 2020 gracias a los precios del gasóleo, concretamente, gracias a los descensos que aligeraron los costes de la actividad y les permitieron contar con un poco de oxígeno. Pero, hoy, el gasóleo está por las nubes. Sigue en cifras de máximos históricos (¡como si fuera bueno!) y los precios de los servicios del transporte no se han revisado desde que Kathryn Bigelow se convirtió en la primera directora en ganar un Óscar por su “En tierra hostil”.

Por cierto, haciendo un recopilar para impresión de todo lo que estamos hablando, se percata una de que todo esto está más que dicho. Todos los problemas que denuncia el transporte por carretera son conocidos, están identificados y han sido reclamados (más de una vez), entonces... ¿Qué pasa? ¿Por qué se les ningunea de esta manera? ¿Qué pasa con el camión gente de la Administración? No sé si son conscientes de que como se lo propongan se la lían parda... Ahí lo dejo.