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La "última" esperanza

A mí lo del nuevo logotipo de Correos me parece una estafa. Por mucho trabajo previo y de fondo realizado, que te cobren 170.000 euros por semejante resultado no parece lógico. La diferencia con el logo antiguo es tan inapreciable que todas estas explicaciones sobre la modernidad, la limpieza, la sencillez, la agilidad o el colmo ese de que estamos ante una imagen “más abierta” no son más que moñeces marketinianas, es decir, moñadas y memeces.

  • Última actualización
    12 junio 2019 08:32

Mi más sincera enhorabuena a la agencia que ha sido capaz de vender a Correos semejante burra y, por supuesto, una pena que el operador postal se deje tomar de esta manera el pelo.

Ahora bien, ojo con los que han corrido a sacar el hacha para seguir atizando a los de la cornamusa a cuenta de lo público, lo privado, los monopolios y las libres competencias. Algunos de estos competidores deberían taparse un poquito o, al menos, dedicarse un tiempo a la viga que anida en la raíz de sus ojos, antes de seguir meneando la paja de un Correos que, ya es triste decirlo, es, tal vez, nuestra “última esperanza”.

Antes que nada, aviso a navegantes: estoy radicalmente en contra de las subvenciones cruzadas; estoy radicalmente en contra del abuso de posición dominante; y estoy totalmente en contra de un mercado que no aspire a las máximas cotas de libre competencia. Todo lo que haya que resolver aquí, que se resuelva de inmediato.

Ahora bien, por esta misma razón, creo que Correos, como cualquier otro operador, está en su perfecto derecho a invertir en tecnología, a invertir en sostenibilidad, a invertir en procesos o incluso a invertir en imagen. Luego discutiremos si el nuevo logo es acertado, si la inversión está ajustada y si el cambio es necesario, pero ser un operador público no es sinónimo de ser un paria, que es lo que algunos pretenden.

Y es que resulta curioso el manual de principios que algunos operadores se gastan en España para disparar al operador postal público, al entrar en un espiral donde se pierde la razón por la demagogia, la incoherencia y la generalización.

No pasaría nada, como algunos pretenden, por que Correos se dedicara a pudrirse lentamente en la triste decadencia del servicio público. Es su razón de ser primigenia y, por tanto, en su esencia estaría su condena. Muerta la carta física, muerto Correos y su necesidad y ya que vengan otros a ocupar su lugar.

Eso sí, yo miro a mi alrededor y digo: ¿Y por qué tenemos nosotros que matar a  nuestro “correo”? ¿Qué otros realmente ocuparían su lugar? Resulta que los gigantes logísticos mundiales tienen sus raíces en las grandes corporaciones postales y de transporte públicas; resulta que son ellas las que hoy en día dominan Europa y por ende el mercado global; resulta que controlan el mercado en España habiendo comprado todo lo comprable y eliminando prácticamente cualquier posibilidad de que tengamos en este país campeones nacionales de la logística de talla mundial y, cuando nos encontramos con una empresa como Correos que empieza a dar la cara y a liderar, tarde, pero encabezando la modernidad y dando la batalla con los mismos parámetros que otros monopolios postales explotaron y explotan hasta la extenuación, entonces el mensaje es que hay que cortarle las alas a Correos porque está reventando el mercado.

Y encima los más beligerantes son los hijos putativos de La Poste, de Deutsche Bahn, de Deutsche Post… que fueron en su día incapaces de situar en el mapa global a la España logística y que hoy, fieles a sus nuevos amos, no quieren cargarse más que a un competidor, de acuerdo, pero tal vez porque es la última esperanza de tener un “campeón”.