Presentamos a continuación el escenario central para las principales variables económicas previsto en 2024.
+Crecimiento económico. Será mediocre y de manera generalizada, aunque probablemente el panorama mejore con el transcurso del año, asumiendo que las actuales tensiones geopolíticas van a continuar, pero no a incrementarse. La Unión Europea en particular va a partir de un virtual estancamiento, y todas sus economías crecerán por debajo de su potencial. Pero en Occidente en general, el cambio de tenor de la política monetaria, el crecimiento de los salarios reales y el impacto de los grandes programas de inversión deben permitir una aceleración del crecimiento en la segunda mitad del año. Se espera que los estímulos de las autoridades chinas permitan sostener allí un mesurado avance de la economía, con mejores perspectivas desde para India, Indonesia o Brasil.
+Inflación. La masiva reducción de la misma en el último año permite afrontar 2024 con menores urgencias, pero, si realmente existe la intención de volver a llevarla al entorno del 2%, esa “última milla” de la reducción no va a ser sencilla de recorrer. Especialmente con los balances de los Bancos Centrales muy por encima de lo normal y con una colaboración reticente de las políticas fiscales. Es por ello que, aunque pudiera alcanzarse en algún mes una tasa de inflación inferior a ese 2%, el promedio del año estará por encima en todo Occidente.
+Mercado laboral. El mantenimiento del empleo, tanto por los soportes públicos como por la escasez de mano de obra que se extiende a un número creciente de sectores en buena parte de Occidente, ha sido el punto más favorable de las economías desarrolladas en los pasados cuatro años. En 2024 los salarios van a crecer por encima de la inflación, permitiendo recuperar parte del poder adquisitivo perdido en 2022 y 2023, pero parece que con un suave deslizamiento hacia tasas más compatibles con la estabilidad de precios. Si beneficios y otras rentas acompañan esa trayectoria, los Bancos Centrales podrán relajar su temor a una espiral precios-salarios y aplicar las reducciones de tipos de interés previstas.
+Políticas macroeconómicas. La política monetaria va a cambiar su tenor a expansiva, pero no de la manera extrema que anticipan ahora los mercados. Reducir los tipos de interés seis veces, como se está descontando, salvo debacle económica imprevista por medio, sería un grave error. La expansión cuantitativa no se ha revertido en su mayor parte, la inflación aún no ha retornado al objetivo y fomentar más procesos de “exuberancia irracional” es algo que los Bancos Centrales no debieran volver a realizar.
Tres recortes de 25 puntos básicos en la Eurozona y Reino Unido, comenzando al final del primer semestre, y cuatro en Estados Unidos, liderando el ciclo de bajadas, parece un perfil más adecuado de los movimientos monetarios para 2024. Sus efectos favorables para la actividad económica comenzaran a percibirse hacia finales del año. Mientras, parece improbable que el Banco de Japón mueva los tipos a territorio positivo.
Un último apunte para recordar que, salvo actuaciones enérgicas de los organismos multilaterales y los acreedores nacionales, públicos y privados (incluyendo los chinos), que no parecen estar sobre el tapete, los problemas para las economías en desarrollo van a seguir acumulándose, y estallando en forma de impagos también en 2024.