MADRID. La propuesta de aumentar la temperatura de almacenamiento de alimentos congelados de -18°C a -15°C ha despertado un amplio debate en la industria de la cadena del frío. Es un iniciativa Esta iniciativa ofrece beneficios potenciales en términos de eficiencia energética, reducción de costos operativos y sostenibilidad medioambiental, pero también plantea desafíos para la calidad alimentaria y costes de transición que requieren un análisis riguroso y un enfoque estratégico para su implementación.
Los resultados muestran que la adopción global de un aumento en tres grados de la temperatura de conservación y transporte de alimentos congelados tendría tres grandes beneficios para el planeta y los operadores:
• Reducir la emisión de 17,7 millones de toneladas de carbono cada año (el equivalente a las emisiones de 3,8 millones de coches)
• Rebajar entre un 5 y un 7 % el consumo energético anual en toda la cadena de frío, y potencialmente hasta un 12 %.
• Ahorrar aproximadamente 25 teravatios-hora de electricidad al año (equivalente al consumo medio anual de electricidad de 3.750.000 personas en la Unión Europea o el 8,63 % del consumo energético anual del Reino Unido).
La temperatura de almacenaje, transporte y distribución de los alimentos congelados está regulada internacionalmente, tanto por seguridad alimentaria como por la necesidad de uniformidad en el comercio global. Por tanto, cualquier cambio en las normativas nacionales pasa por una revisión de las normas internacionales.
La UE ha comenzado a analizar investigaciones sobre la viabilidad de un límite de -15 °C, pero todavía no ha emitido recomendaciones. En concreto, la European Food Safety Authority (EFSA) se ha mostrado abierta a revisar los estándares si se presentan estudios concluyentes que respalden la transición a temperaturas de −15 °C sin riesgo para la salud pública. Por tanto, es previsible que la Comisión Europea publique con el tiempo un informe sobre la viabilidad y los posibles riesgos asociados con la modificación de la normativa de temperatura.
Por su parte, la Asociación de Explotaciones Frigoríficas, Logística y Distribución de España (ALDEFE) ha mostrado repetidamente su compromiso con la sostenibilidad medioambiental de la actividad de sus asociados y, por tanto, su interés en contribuir a explorar medidas que optimicen el consumo energético en la cadena de frío.
Diversos estudios demuestran que el aumento de la temperatura de almacenamiento a niveles ligeramente superiores a -18°C es viable porque no afecta a la seguridad alimentaria y genera beneficios significativos en términos de eficiencia energética y sostenibilidad, si se acompaña de una serie de medidas complementarias.