Los últimos 18 meses han sido, cuanto menos, complicados para todos los eslabones de la cadena logística a nivel mundial. Los vaivenes de la oferta y la demanda, aderezados con crisis puntuales como la del Canal de Suez o los cierres de los puertos chinos por brotes de COVID-19, hicieron saltar las alarmas hace unas semanas ante la posibilidad de que las próximas citas de consumo de finales de año estuvieran salpicadas de falta de productos o de lineales de supermercados vacíos.
Las asociaciones de cargadores y los grandes operadores logísticos consultados por Diario del Puerto desechan esta situación, aunque sí reconocen la falta de ciertos materiales y productos “estrella” que pueden no estar a tiempo para cuando la demanda lo requiera.
La escasez de determinados artículos puede provocar el incremento de sus precios, algo que de cara a Black Friday y Navidad podría acentuarse debido a la alta demanda de productos. A pesar de ello, “la carencia de bienes será puntual, no se espera que haya un desabastecimiento real ni falta de productos de forma generalizada. Los productos que faltarán estas navidades no creemos que sean de primera necesidad”, aseguran las fuentes consultadas .
EL DATO
66,4%de españolesSegún un estudio de la plataforma de préstamos Younited, dos tercios de los españoles (66,4%) creen que la crisis global de suministros puede afectar a la campaña de Black Friday.
Los grandes retailers llevan meses preparándose para poder afrontar el pico de demanda del último tercio del año
A pesar de una gran oferta intermodal, el comercio mundial sigue estando íntimamente ligado al transporte marítimo. Infografía: José Antonio Sánchez. En ese sentido, esta tensión “no es nueva”, por lo que la cadena logística lleva preparándose para esta situación desde hace semanas, sobre todo los grandes retailers.
Lo cierto es que el contexto actual no ayuda a mantener una posición más “racional”.A la falta de equipo y de espacio en los buques, el alto nivel de fletes y la congestión en los grandes puertos de Estados Unidos y de China, hay que sumar el elevado coste energético y el parón que está sufriendo parte de la industria por la escasez de ciertas materias primas.
2022: ¿Normalización?
No obstante, cargadores y operadores logísticos esperan que la situación se normalice en la primera mitad de 2022, “con una demanda más diversificada en el tiempo”.
Con todo, el próximo año será aún “complicado”, tal y como reconoce Jordi Espín, secretario general de Transprime Spanish Shippers’ Council, por lo que “aguantaremos con paciencia y haciendo frente a los costes de la manera más eficiente que se pueda”. Y es que tanto para Transprime como para la Asociación de Cargadores Españoles (ACE), en 2022 “seguirá faltando espacio en los buques, aunque de una manera menos acusada que en los últimos meses”. Además, la falta estructural de conductores “no tendrá una solución inmediata el próximo año”, por lo que “la intermodalidad va a empezar a tener un papel verdaderamente relevante”, tal y como vaticina Espín.
A la falta de equipo, espacio, los altos fletes y la congestión en los grandes hubs portuarios mundiales, se suman los problemas que están sufriendo la industria, con un elevado coste energético y la escasez de ciertas materias primas.
La deslocalización de la producción de parte de los componentes necesarios para mantener la actividad industrial ha jugado en contra de una rápida recuperación. Interdependencia, ventaja y desventaja a la vezEn general, España no tiene un comportamiento diferente a lo que sucede en otros países. Las materias primas con las que se están teniendo más problemas son la madera, el acero, vidrio, el aluminio, el plástico y el cartón. Así lo reconoce para Diario del Puerto JuanCarlos Moro, CEO para España y Portugal de DB Schenker, que recuerda que “en Alemania, más del 70% de las empresas manufactureras vieron su producción condicionada por esta problemática”.
Así y todo, es esa interdependencia la que se está poniendo en solfa, con la falta de ciertos componentes y materias primas. Hasta ahora, la llegada de diferentes bienes semimanufacturados desde todo el mundo era visto como una oportunidad de deslocalización que redundaba en unos costes más ajustados. Ahora, con la actual crisis en la cadena de suministro, “más allá de los famosos microchips, es la inestabilidad la que está generando esos retrasos”, tal y como lamenta Jordi Espín, secretario general de Transprime Spanish Shippers’ Council, dándose la paradójica situación de que “donde no hay transporte, hay material, y donde no hay material, suele haber transporte”.
En ese sentido, Nuria Lacaci, secretaria general de la Asociación de Cargadores Españoles (ACE) puntualiza que los grandes distribuidores “llevan haciendo sus deberes desde el verano, haciendo acopio de materiales y productos”, lo que “potenciará su dependencia de esos stocks” y “cambiará las exigencias de los consumidores en relación a la inmediatez con la que desea sus productos”.
Los grandes cargadores se muestran escépticos ante la posibilidad de relocalizar la producción. La disrupción de la cadena logística pasará, pero su huella noLa prolongación en el tiempo de los problemas a los que está haciendo frente la cadena de suministro vuelve a poner encima de la mesa el debate sobre si esas presiones son coyunturales o han llegado para quedarse. En principio, las fuentes consultadas coinciden en señalar que no, aunque sí es cierto que hay matices que deben ser tenidos en cuenta.
Hoy por hoy, la disrupción de la cadena de suministro viene motivada por varios factores que no dependen del trabajo de las compañías logísticas, sino de componentes externos como la crisis del coronavirus, el atasco en el Canal de Suez o el cierre de algunos puertos durante períodos de tiempo determinados. Para JuanCarlos Moro, CEOde DB Schenker en España y Portugal, “debemos estar pendientes del encarecimiento y la escasez de las fuentes energéticas tradicionales, y estudiar cómo puede afectar esta situación a industrias pesadas como la del acero o el aluminio, que son el motor de sectores de producción intensiva y consumo como el de la automoción”.
Así, el debate sobre la relocalización vuelve a estar otra vez en primer plano. Las grandes asociaciones de cargadores como Transprime o ACE se muestran bastante escépticos al respecto. Tanto Jordi Espín como Nuria Lacaci desechan que esas industrias intensivas vuelvan a Europa, eligiendo otras ubicaciones como Turquía o el norte de África, salvo para sectores como la electrónica o productos estratégicos. “Los costes de producción seguirán siendo esenciales”, afirma Lacaci, una idea que refrenda Espín, que advierte que “sólo un 10% de los shippers con los que trabajamos han iniciado el proceso de relocalización, el 40% se lo piensan y el 50% restante ni se lo plantean”.
Muchos operadores logísticos creen que, a nivel general, todo lo que ahora mismo está sucediendo “puede tener un efecto de regionalización de las economías en tres polos: América, Europa-África y Asia, donde se obtengan las materias primas, producción y consumo”. “Sin duda, esta circunstancia puede ser una excelente oportunidad para atraer inversión y producción a países como Portugal o España, así como el norte de África”, concluye Juan Carlos Moro.
Sin embargo, la huella que va a dejar esta crisis ya no se encuentra sólo en los eslabones de la cadena logística, sino que está llegando al consumidor final, que empieza a ver cómo sus costumbres pueden verse afectadas. Según un estudio de la plataforma Younited, dos tercios de los españoles (66,4%) creen que esta crisis puede afectar a la campaña del Black Friday. Más de la mitad, un 57%, teme que la principal consecuencia de esta situación sea un elevado encarecimiento de los productos, mientras que un 9% asegura que optará por adelantar las compras para sortear el colapso. Es decir, la opinión pública ya tiene asumido que las próximas citas de consumo no serán iguales que en años anteriores, a pesar del trabajo hecho por grandes retailers y operadores logísticos.
Para Transprime yACE, además, se avanza un cambio en los hábitos de los consumidores. “La falta de ciertos productos y el retraso en recibirlos ha calado ya en la ciudadanía, que ha empezado a habituarse a esta situación”, aseguran desde ambas asociaciones. De hecho, Espín incide en que “tanto en el Black Friday como en Navidad, y también en enero, hemos de armarnos de paciencia porque habrá cosas de las que no podamos disfrutar”. Para ello, es partidario de que todos y cada uno de los eslabones de la cadena logística “pasen a colaborar de una manera proactiva, preguntándose qué debe mejorar cada eslabón para hacer más fácil la vida del resto”.