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Diario y yo

  • Última actualización
    20 diciembre 2022 13:21

No es una Navidad cualquiera. Estamos, en este final de 2022, inmersos en el año que hace 30, no de mi vida (ojalá), ni de mi carrera periodística (empezó ocho años antes), ni de mi vida laboral (empecé con 14 añitos). Este año es el año 30 de vida de Diario del Puerto. El 29 de octubre de 2023 cumpliremos 30 años. De una u otra forma venimos celebrando el año 30 desde el 29 de octubre de este año... y seguiremos hasta finales de 2023, de momento.

Estoy convencido de que, en Diario del Puerto, entre todos, hemos conseguido importantes metas basadas en pequeñas-grandes cosas, en muchos detalles. Quizás el más relevante es la condición que hemos puesto siempre a lo que publicamos: que la información esté contrastada y que sea fruto de nuestro trabajo. Con eso, hemos cosechado un infinito tesoro: venir a trabajar tranquilos, casi felices, tan seguros de que hay caminos más fáciles como de que el que hemos elegido, la honestidad, es el que queremos seguir.

Más allá de la cuenta de resultados o de las palmaditas que nos den los que no nos conocen, son los parámetros de cordialidad, colaboración, honestidad y respeto los que pesarán más en la balanza de la satisfacción vital. Es tiempo de darnos el carbón o el regalo tras no mentirnos, tras no ocultarnos nada, tras hablar con nosotros mismos, el tiempo que haga falta.

Quizás sea porque, como Diario del Puerto, me voy haciendo mayor (dicen)... pero no puedo negar que el sector logístico nacional a mí me parece mejor hoy que hace 30 años

Quizás sea porque, como Diario del Puerto, me voy haciendo mayor (dicen)... pero no puedo negar que el sector logístico nacional a mí me parece mejor hoy que hace 30 años. Absténganse de quitarme esta idea, dato o autoengaño, porque creer que el sector es mejor me hace mucho bien y tampoco se consigue gran cosa quitándome los palos de semejante sombrajo. La base de la evolución del colectivo hacia una humanización creciente está, probablemente, en el hecho de que cada día veo a los profesionales que lo forman más cerca, y en las distancias cortas todos, o casi, somos algo mejores. El paso del tiempo sirve, además de para fastidiarnos (con jota) las articulaciones, para que estemos más cerca unos de otros. El roce, es cierto, hace el cariño. La Navidad tiene el sabido inconveniente de que nos recuerda el paso del tiempo. Esta de 2022, además, anuncia la llegada de un 2023 que, de hacer caso a los apocalípticos telediarios, será el del fin del mundo, como mal menor.

Lo bueno de ese mismo paso del tiempo es que todos nos conocemos un poco más. A mí eso me gusta. El cariño hacia la familia logística me crece con el paso del tiempo.

Como siempre, os deseo feliz Navidad y un genial Año Nuevo. Como siempre, a ese deseo le añado mi firme predisposición a colaborar, en lo que esté en mi mano, para que ese deseo esté más cerca de hacerse realidad.

Todo indica que las sospechas se confirman: nos estamos haciendo mayores. Diario del Puerto y yo.