Recuperados del miedo a que se repitiera un segundo episodio con la segunda DANA que nos ha tenido en vilo a todos los valencianos, tal vez sea el momento de hacer un primer balance de lo que ha supuesto para toda la sociedad este episodio dramático.
Es muy difícil pasar página y olvidarnos de la tragedia que ha supuesto esta catástrofe (219 muertos y 13 desaparecidos, al cierre de esta edición). Sólo pensar en todos los familiares o amigos que hemos perdido nos llena de angustia y tristeza que tardaremos en superar. Pasados 20 días desde el 29 de octubre, en Valencia todavía se respira una cierta atmósfera de tristeza generalizada, de dolor colectivo. Ha sido, probablemente, la catástrofe más grande que ha sufrido la Comunidad Valenciana, superando, al menos con los datos oficiales a la riada de 1957 (81 muertos). Pero, con el recuerdo vivo de lo acontecido, como sociedad no nos queda más remedio que pasar página e intentar rehacer en lo que podamos nuestras vidas, nuestras familias y nuestra economía.
Y esto último tampoco va a ser fácil. Sobre todo, porque recordemos que todavía quedan pueblos embarrados, carreteras y vías de comunicación intransitables, colegios y centros cerrados, negocios que no sabemos si abrirán o no.
Sin embargo, cuantificar el coste total de la DANA, resulta obligado y vital para entender la otra cara de la magnitud de la catástrofe y tratar de reponernos de la misma.
Cuantificar el coste total de la DANA, aunque sea obligado, resulta vital para entender la otra cara de la magnitud de la catástrofe
Conceptos
Empecemos por intentar aclarar algunos conceptos.
1. El primer coste para nuestra economía, sin lugar a dudas, es la pérdida de las personas, el “capital humano”, con formación, experiencia y capacidad de trabajo.
2. La segunda aclaración consiste en diferenciar los conceptos de riqueza y renta. Lo más sencillo es poner un ejemplo. Supongamos que somos propietarios de un piso que tenemos alquilado. El piso es un activo, es nuestro patrimonio, es riqueza. Ahora bien, los ingresos procedentes de ese alquiler son renta. Si se queda vacío, el activo sigue en nuestro poder, no perdemos riqueza, pero la renta generada desaparece. Viceversa, si soy propietario del piso y tengo un trabajo por el que percibo un salario. Si por cualquier catástrofe pierdo el piso, pero mantengo el empleo, me he hecho más pobre, he perdido una fracción de mi riqueza o patrimonio, pero mantengo mi renta, los salarios percibidos por mi empleo.
3. Por lo tanto, al valorar el impacto de la DANA hay que separar el coste en riqueza destruida del coste de las rentas perdidas.
4. La riqueza destruida la integran todos los bienes perdidos (coches, casas, electrodomésticos, mobiliario, enseres, campos arrasados, infraestructuras de todo tipo destruidas, negocios destrozados, etc.). Es, desde el punto de vista estrictamente económico, la parte cuantitativamente más importante del coste total.
5. A su vez, en las rentas perdidas hay que diferenciar dos tipos de impactos. El directo y el indirecto.
6. El impacto directo lo constituye todos los ingresos que se van a dejar de percibir, sea cual sea la fuente que los genera (salarios y rentas de los negocios de cualquier tipo).
7. El impacto indirecto integra todo lo que se va a dejar de recibir como consecuencia del cambio de comportamiento de los consumidores. Me explico. Una destrucción tan importante de riqueza en las familias y empresas obliga a realizar todo un esfuerzo durante mucho tiempo de recuperación de los activos perdidos. Para ello, habrá que incrementar el ahorro para destinarlo a esa finalidad. Pero si ahorro más, quiere decir que consumo menos, y ese menor consumo se va a traducir en que las empresas/negocios (hostelería, tiendas de bienes de consumo de cualquier producto, coches, viajes, bares, etc.) venderán menos y tendrán menos ingresos.
8. Como contrapartida habrá otras profesiones que verán incrementada la demanda de sus servicios (electricistas, fontaneros, pintores, reparación del hogar y de otros inmuebles, coches nuevos y sobre todo de segunda mano, bicis, motos y otros sistemas de movilidad de menor coste, muebles y electrodomésticos, etc.). Se va a producir un cambio sustancial en la estructura de consumo de nuestra sociedad, importante a corto plazo y cuya demanda se irá suavizando con el paso de los meses.
Con estas sencillas ideas en la cabeza, pasemos a cuantificar algunas de las partidas que configuran el posible coste de la DANA.
Impacto en la riqueza
Para cuantificar el impacto en la riqueza seguiremos en algunos puntos (especialmente el impacto empresarial) la valoración preliminar realizada por la Cámara de Comercio de Valencia, cuya metodología es razonable. En otras cuantificaciones seguiremos las fuentes citadas:
1. Infraestructuras del Gobierno y Generalitat (puentes, cauces, carreteras, ferrocarril): 2.600 millones de euros.
2. Infraestructuras educativas (94 centros): 1.136 millones de euros.
3. Otro tipo de infraestructuras privadas y públicas (eléctricas, acequias, canales, etc.). Desconocido.
4. Daños en los campos. El Consorcio señala que hay 54.312 hectáreas afectadas, mientras que AVA-Asaja cuantifica el daño en 1.086 millones de euros.
5. El Colegio de Registradores estima en su nota del 6 de noviembre que el impacto puede dejar 134.000 fincas afectadas. Mientras tanto, el Consorcio de compensación de seguros había recibido hasta el 11 de noviembre 21.405 solicitudes de indemnización por este concepto sin cuantificar el coste.
6. 120.000 vehículos (Consorcio ha recibido hasta el 15 de noviembre solicitudes de indemnización de 115.303 propietarios privados, taxistas, coches de alquiler otros 10.000, industriales, transportistas, varios miles de coches nuevos de los concesionarios de ventas de coches en la campa de Cheste): 2.000 millones de euros.
7. Pérdidas en las 34.193 empresas ubicadas en los polígonos afectados (instalaciones, mercancías almacenadas, vehículos, maquinaria, equipo logístico de todo tipo, etc.). Aquí es donde se concentra el mayor coste económico. Los principales polígonos industriales en los que se concentra la mayor actividad industrial y logística de la provincia han quedado destrozados y habrá que trabajar duro e invertir mucho dinero para que recuperen su actividad. Y sin su normalización, tampoco lo hará el empleo. El coste estimado por la Cámara se eleva como mínimo a 10.000 millones de euros, que puede ser superado por la realidad.
Cuando todas las valoraciones estén incluidas que hayamos perdido entre un 8 y un 9% de la riqueza total de la provincia de Valencia
8. Pérdidas en pequeños negocios minoristas en el área del comercio (5.228 con algún tipo de daños) con un coste solo de reparación de unos 666 millones de euros.
9. Daños graves en unos 8.800 pequeños locales que ofrecen diversos servicios (peluquerías, talleres, hostelería, academias, etc.): 1.130 millones de euros.
10. Mercados municipales, centros comerciales, mercadillos: 111 millones de euros.
11. Pérdidas medioambientales (animales, contaminación de la Albufera, etc.) por el momento sin cuantificar.
Hay que pensar que estas partidas son aproximaciones a la realidad y suman hasta el momento presente casi 19.000 millones de euros, pero faltan por cuantificar líneas tan importantes como, por ejemplo, los daños a las fincas afectadas. El Consorcio, por su parte, estimaba en su cuarta nota informativa unos daños provisionales totales (incluidas las viviendas) de unos 3.500 millones de euros de acuerdo con las 191.196 solicitudes de indemnización recibidas.
Renta directa
1. Empleo, salarios perdidos. Si en la zona afectada (amplia) de acuerdo con la Cámara de Comercio de Valencia se concentran 264.833 empleos con unos ingresos anuales de 17.000 millones de euros, el impacto siendo optimistas no puede ser inferior a los 5.000 millones de euros.
2. Las pérdidas de ingresos y, por lo tanto, de beneficios, por los negocios, algunos con cierres definitivos, otros que necesitarán varios meses y ayudas económicas para volver a abrir, otros con una capacidad de reacción más rápida, oscilará en cifras similares a las de los salarios: 4.000 millones de euros.
3. En el otro lado de la balanza, algunas empresas se van a ver beneficiadas de la DANA (por ejemplo, ventas de automóviles nuevos y de ocasión, desguace, o empresas de limpieza, desatascadores, electricistas, fontaneros, etc.). El volumen de empleo, negocio y beneficios no está cuantificado, pero es difícil esperar que sea superior al 5% de las pérdidas.
Renta indirecta
Las rentas indirectas estarán en relación con la riqueza perdida por las familias y empresas, su capacidad de generar beneficios y su deseo de reponer todo o parte de lo perdido.
Si suponemos que se quiere reponer la totalidad de los activos perdidos, podemos anticipar una caída del consumo importante en esa zona y en su entorno próximo durante los siguientes años, pues la restitución de todo lo perdido implica un incremento en el ahorro y una reducción del gasto durante varios años.
Comparativa
Merece la pena comparar las solicitudes de indemnización presentadas hasta el 8 de noviembre (138.317), con las formuladas una semana después (191.196). Resulta llamativo que las solicitudes hayan aumentado un 38% y, sin embargo, la cuantía de los daños provisionales se mantenga en los 3.500 millones de euros.
Impacto de las ayudas del Gobierno
Ahora bien, la acción del gobierno es fundamental para paliar los efectos, tanto en la renta como en la riqueza de los afectados, particulares y empresas, y en la totalidad de la Comunidad Valenciana. Las pérdidas, obviamente, son las mismas, pero el Gobierno actúa de agencia aseguradora, y con sus transferencias y pagos diluye el impacto de la DANA entre la totalidad de la sociedad española.
Los 14.373 millones de euros de ayudas aprobadas hasta el presente por el Gobierno, sirven de escudo social a los afectados (trabajadores y microempresas) y pueden absorber una parte importante de las pérdidas totales en salarios y activos perdidos. A esta cantidad habrá que añadir los pagos por las coberturas de los seguros privados (difíciles de cuantificar).
Faltan por articular las ayudas a PYMES y medianas empresas para que repongan sus equipos e instalaciones y puedan recuperar el empleo lo antes posible. En este caso, previsiblemente, las ayudas y préstamos a tipos reducidos deberán ser de mayor importe y consumirán mucho más tiempo, dependiendo de los daños.
Si se hacen llegar las ayudas a los afectados con rapidez, y se agotan las líneas, las solicitudes pueden minimizar sustancialmente el impacto total en la economía valenciana
Si se hacen llegar las ayudas a los afectados con rapidez, y se agotan las líneas, las solicitudes pueden minimizar sustancialmente el impacto total en la economía valenciana
Impacto final
En cualquier caso, si el impacto total en la riqueza y en la renta alcanza los 25/30.000 millones de euros y las coberturas consiguen absorber algo más de la mitad de todo lo perdido por todos los conceptos, las familias y la sociedad valenciana tendrán que absorber de forma inmediata no menos de 10/12.000 millones de euros, en disminución de renta e ingresos salariales.
Reconozco que el cuadro es una aproximación muy forzada a la realidad, pero la verdad es que al no haber datos publicados más desagregados (al menos yo no los conozco), no nos queda más que trabajar con estimaciones.
Si el PIB a precios de mercado (la renta) de la provincia de Valencia en el año 2023 fue aproximadamente de unos 75.000 millones de euros y el consumo de las familias de unos 41.000 millones de euros, quiere decir que el impacto de esa pérdida neta y del cambio de estructura del consumo de las familias a corto plazo va a ser tremendo en algunos sectores.
Lo mismo podemos concluir con los datos de pérdida de riqueza. Es fácil que cuando todas las valoraciones estén incluidas que hayamos perdido entre un 8 y un 9% de la riqueza total de la provincia de Valencia.
En consecuencia, sin las ayudas del Gobierno, podemos entender que el impacto pude ser muy acusado y sus efectos duraderos en el tiempo.
Si además pensamos que esos impactos se han localizados en segmentos de población con ingresos inferiores a la media y microempresas, tenemos que centrarnos en tratar de reponer, lo antes posible, la renta de esas familias mediante subvenciones a fondo perdido, aportar financiación a tipos mínimos, apoyar la reconstrucción acelerada de nuestro tejido productivo, incluso, como decía hace poco un agricultor valenciano mostrando sus campos anegados, este año, más que nunca, comprar productos producidos en Valencia.
Quedan otros muchos aspectos que no son económicos, pero van a afectarnos durante mucho tiempo, años tal vez, a toda la sociedad. Las secuelas emocionales de todo tipo, daños psicológicos, traumas personales por pérdidas familiares o amigos, o recuerdos, o bienes, impacto en la infancia, en las personas mayores, en el medio ambiente, en fin, en todo lo que configura y rodea nuestras vidas que hemos perdido o/y hemos visto perder.
Tal vez la palabra que mejor refleja el deseo de todos sea la palabra ¡Amunt!