Resulta conocido que la economía estadounidense está mostrando mucho más dinamismo que la de la Eurozona en los últimos años, triplicando el crecimiento de ésta en el bienio 2023-2024. Mucho se incide, no sin razón, en los mayores avances de la productividad en Estados Unidos, fruto del mayor esfuerzo inversor en los sectores económicos de vanguardia, la superior financiación a compañías innovadoras, el más alto grado de flexibilidad en los procesos de creación y quiebra de proyectos empresariales y la conexión más cercana de sus centros de conocimiento con el mundo de los negocios, entre otros factores.
De acuerdo. Pero el gráfico superior nos remite a otras causas, mucho menos sostenibles. Por un lado, y después de un esfuerzo fiscal que, de por sí, fue mucho más intenso en Estados Unidos que en Europa en respuesta a la pandemia, mientras las economías de la Eurozona progresan, unas más lentamente que otras, hacia una posición fiscal más equilibrada, la Administración Biden mantiene una injustificablemente excesiva expansión fiscal. Esta política, irónicamente (como analizábamos el pasado mes) la puede penalizar electoralmente al impedir una mayor reducción de la inflación y el inicio de las reducciones de los tipos de interés. Ni la victoria de Biden, empeñado en seguir incrementando el gasto público, ni la de Trump, empecinado en rebajar impuestos, enmendará ese déficit. En 2025, por ejemplo, el coste del pago de intereses de la deuda de Estados Unidos será superior al ya de por sí mayúsculo gasto de defensa del país. Y no olvidemos que Estados Unidos ha sufrido mucho menos que Europa (y apenas ha requerido apoyo público a familias y empresas por este motivo) la crisis energética derivada de la invasión Rusia de Ucrania.
En el sector privado, nos encontramos con otra poco sostenible forma de crecimiento, la evaporación de la tasa de ahorro de las familias. Como revela el gráfico, las limitaciones a determinadas actividades, el temor a la extensión de la crisis y las fuertes ayudas fiscales produjeron un gran aumento del ahorro de las economías domésticas en todo Occidente en los trimestres posteriores al estallido de la pandemia COVI-19. Pero, mientras en la Eurozona esa tasa de ahorro ha vuelto a los niveles previos a 2020 (de hecho, aun se mantienen algo por encima), la cifra para Estados Unidos, inferior al 5% (un tercio de la europea), muestra una vulnerabilidad significativa de las familias a una potencial crisis.
Apuntemos una nota breve sobre España, situada justo a mitad de camino entre Estados Unidos y la Eurozona en crecimiento, corrección de los desequilibrios fiscales y tasa de ahorro familiar (ver gráfico). También es mala suerte que en lo que somos plenamente europeos sea en el paupérrimo avance de la productividad...