BARCELONA. “Si me están cobrando una tasa por distribuir, yo se la voy a repercutir a la empresa que me ha contratado, ya sea una empresa grande o un pequeño comercio. Y lo más lógico será pensar que yo esa tasa la repercuta en el cliente”, añade Ana Isabel Jiménez-Zarco.
Neus Soler, profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa, coincide en cómo puede repercutir al comercio de barrio: “La tasa afecta a la empresa que realiza la distribución del producto, no a la que lo vende. Pero si el distribuidor la repercute al vendedor y lo hace aplicando una subida de tarifas genérica —es decir, tanto para las macroempresas como para las empresas pequeñas—, el pequeño comercio desde luego que sí se verá desfavorecido”.
Y es que, tal como explica Jiménez-Zarco, la tasa, creada para intentar ayudar al comercio de barrio en detrimento de las grandes corporaciones como Amazon, termina penalizándolo: “El comerciante de proximidad estaba empezando a usar el comercio en línea para competir con estos gigantes”.
Pero la tasa lleva en vigor menos de cuatro meses, por lo que “habrá que ver cómo reaccionan las empresas de reparto”, insiste Soler. En su opinión, “si se fomenta el uso de las taquillas en puntos de recogida y el consumidor lo acepta bien, las empresas de reparto lo agradecerán enormemente”. En efecto, la tasa Amazon aprobada en Barcelona no grava la entrega b2b (de empresa a empresa), sino solo la entrega en destino al consumidor final.
“No solamente podrán evitarla, sino que se ahorrarán tener que realizar segundos y terceros repartos a un mismo cliente por resultar fallido el primero, que es el mayor problema que padecen las empresas de reparto (no poder hacer la entrega al primer intento porque el destinatario no está en casa)”, ha añadido.
El uso de lockers o puntos de recogida es, precisamente, una de las opciones que la tasa Amazon busca promover. En grandes ciudades como Madrid o Barcelona “es fácil encontrar uno cerca de casa”, puntualiza Cristian Castillo, profesor de Economía y Empresa de la UOC, experto en logística e investigador del grupo SUMAT. El problema, sin embargo, es que “en la mayoría de las ocasiones, cuando se realiza una compra en línea, estas opciones de entrega aparecen en última posición y se da prioridad a la entrega a domicilio”.
El experto insiste en la necesidad de que los principales mercados en línea pongan de manifiesto estas opciones de entrega, “más sostenibles, que en muchas ocasiones son desconocidas para los consumidores”. El estudio anual de conversión en negocios digitales 2022 refleja que, hoy por hoy, un 91,1 % de los compradores prefiere la entrega a domicilio (aunque hay un porcentaje de un 21,1 % que usa puntos de recogida), y tres euros es lo que consideran el coste ideal en gastos de envío.
Entre las dudas que genera la aplicación de la tasa está la de las subcontratas por parte de los grandes distribuidores. “Se aplicará a grandes compañías, pero debemos recordar que la mayoría de ellas no reparte directamente, sino que subcontrata el transporte, en muchas ocasiones, a pequeñas franquicias. ¿Cómo se llevará ese control para determinar la empresa origen que gestiona el pedido y aplicar correctamente la tasa?”, se pregunta Castillo que, como su colega Jiménez-Zarco, también cree que el coste terminará repercutiendo en el consumidor final.
Castillo tiene claro que hay que hacer algo para reducir el impacto que tiene el actual modelo de distribución urbana de mercancías (DUM), “en el que casi el 90 % de las entregas de paquetería se realizan a domicilio”. Y aunque la tasa Amazon es “un primer paso” para implementar medidas que minimicen ese impacto medioambiental, no ve acertado su enfoque. “La tasa se aplica en concepto de ocupación del espacio público, y aquí es donde veo que está el problema. La DUM no es solo la entrega de paquetería o correo postal”, ha añadido.