Así lo confirmó ayer a este Diario el responsable de sistemas del Grupo Sesé, Manel Solás, después del éxito de la prueba piloto, que ha permitido transportar un volante y un airbag desde el centro logístico de Sesé en Abrera hasta la fábrica de SEAT en Martorell, cubriendo una distancia de poco más de dos kilómetros. Además, Manel Solás aseguró que “estamos trabajando para que se puedan transportar otro tipo de piezas”.
Por su parte, la directora de Logística del Grupo Sesé, Araceli Carrasco, apuntó que “este proyecto permitirá conectar las instalaciones de Sesé y SEAT en apenas 15 minutos, un trayecto que en la actualidad se realiza a través de camión y dura una hora y media”.
El responsable de sistemas de Sesé aseguró que se trata de un proyecto “en el que hemos trabajado durante muchos meses porque han sido muchos los aspectos que hemos tenido que analizar”. Elementos como la normativa que regula el vuelo de drones, la elección de las piezas que queríamos transportar o el diseño del recorrido han sido claves para este proyecto, afirmó Manel Solás.
Elementos clave
“Estudiar la normativa nos ha llevado mucho tiempo, puesto que se trata de un ámbito muy nuevo”, explicó Solás. Se ha dedicado, también, buena parte del tiempo a la valoración de las piezas que se iban a transportar y al peso de éstas. “Cada dron tiene un peso máximo que puede levantar y, en nuestro caso, además del volante y del airbag, debíamos contemplar el contenedor en el que iban las dos piezas”, apuntó Solás. Por lo tanto, hubo que trabajar en cómo iba a ser este contenedor, qué forma debía tener, su resistencia al aire y cómo anclarlo al dron para que fuera estable.
Otros de los elementos sometidos a estudio durante este tiempo ha sido la distancia del trayecto que posteriormente realizaría el dron. Manel Solás explicó que debido a que el dron tenía que sobrevolar una planta de producción, hubo que elaborar un estudio de no aglomeración que determinara que en la zona no hubiera mucho personal. Solás añadió: “también nos encontramos con dos torres de alta tensión, dos obstáculos importantes que podrían producir interferencias con el control del dron. Así que, finalmente, se determinó que volaría a una altura bastante superior a la que teníamos pensada”.
Además, la ubicación del piloto y el lugar de aterrizaje fueron otros dos aspectos a considerar. “Para mantener la comunicación entre ámbos en todo momento, tuvimos que desarrollar una extensión de la señal”, explicó.
Manel Solás concluye que “contamos con una serie de observadores, es decir, personas que están cerificadas y tituladas en el pilotaje de drones, para poder analizar en todo momento si hay algún movimiento extraño”.