Juan Carlos García. La evolución del ciberataque: riesgos en el sector logístico
El sector logístico encadena desde hace varios años cambios estructurales muy profundos en línea a su transformación digital y su operatividad en un contexto cambiante. La pandemia o la crisis de materias primas han sido acicate para la implementación de nuevas tecnologías a todos los niveles de la cadena de suministro.
Como consecuencia del cambio en los hábitos de compra de los consumidores y el reto de satisfacer la demanda del comercio electrónico, las empresas logísticas han trabajado en mejorar sus procesos a través de la digitalización. No obstante, esa inversión en lo digital no siempre ha ido de la mano de un refuerzo de las medidas de ciberseguridad.
Las estadísticas no acompañan: en 2021 el número de ataques en el sector logístico se triplicó y, para 2025, se prevé que hasta el 45% de las empresas habrán sido víctimas de ciberataques en sus cadenas de suministro, según datos de la consultora Gartner.
Además, los riesgos son cada vez más importantes. A día de hoy, la evolución en los ataques de ransomware ha extendido el modelo de eCrime as a Service, el cual supone que detrás de los ciberataques trabajan organizaciones criminales muy estructuradas que buscan el máximo nivel de recompensa con cada ataque. Ahora, se pueden “contratar” directamente en la darkweb como quien activa una página web o hace un pedido online.
Ciberseguridad con la eficiencia de negocio en el centro
La presión que sufre el sector en relación a los precios y a la eficiencia en los centros logísticos lleva a las empresas a aplicar la automatización, ya sea mediante sistemas o tecnologías que cumplen con su cometido, pero que no siempre son tenidos en cuenta en el análisis de posibles vulnerabilidades y como vectores de entrada de ciberataques.
El riesgo es mayor si tenemos en cuenta los tiempos: de media las empresas tardan más de 200 días en detectar y contener una brecha de seguridad. Esto significa que cuando el atacante se infiltra en la empresa, no siempre causa el daño en el mismo momento, sino que estudia la empresa y espera el momento oportuno para tener éxito.
En su conjunto, las empresas del sector deben enfocar sus esfuerzos en implementar planes de acción que analicen todas las posibles vulnerabilidades junto con un cambio en la cultura empresarial que marque cada una de las decisiones tomadas en la empresa. Un enfoque que permita prevenir ataques y seguir los marcos normativos, aplicando además herramientas avanzadas que permitan una detección y respuesta eficiente frente a todo tipo de amenazas: ya no sirven antivirus tradicionales, pues no son capaces de detectar gran parte del nuevo malware a diferencia de sistemas con Inteligencia Artificial que analizan el comportamiento. En algunos casos también es necesaria la colaboración con centros de operaciones de seguridad con un determinado nivel de madurez tecnológico (SOC).
Muchos recordamos casos como el de Maersk, que en 2017 registró pérdidas de unos 250 millones de euros tras un ataque de ransomware, pero desde entonces el número de empresas atacadas no ha hecho nada más que subir.
Hoy en día, las repercusiones en cualquier empresa son incalculables, no sólo por el coste de detener la actividad durante semanas, sino también por otras pérdidas, derivadas de incumplimiento de contratos, coste reputacional o incluso de consecuencias legales.