La reelección de Joe Biden como presidente de Estados Unidos el próximo mes de noviembre no parece marchar por buen camino, al menos según las encuestas. Los análisis ligan estas dificultades a una disparidad de factores, desde las dudas sobre su, según algunos, deterioro intelectual, a las disensiones que, por diversos factores, existen entre las diferentes corrientes del Partido Demócrata y los grupos demográficos que apoyan mayoritariamente a Biden. Pero, si uno sigue creyendo en la mítica sentencia (“es la economía, estúpido”) de James Carville, el asesor de Bill Clinton, no cabe duda de dónde se encuentra el punto débil del actual presidente.
No parece importar mucho que la economía se sitúe al borde del pleno empleo o que el crecimiento de Estados Unidos sea desde la pandemia el más dinámico de los países desarrollados. La clave estriba en el aumento del coste de la vida para los hogares estadounidenses. En realidad, a lo largo de la Administración Biden, los salarios reales acumulados han caído ya menos de un 1%, aunque existen considerables diferencias entre estratos de renta y Estados del país. De lo que no cabe duda (véase el gráfico superior) es de que el aumento de precios es el mayor acaecido en las últimas diez legislaturas presidenciales estadounidenses.
Desde mediados del siglo XX, solamente cuatro presidentes han sufrido durante su primer mandato una tasa de inflación superior a aquélla que recibieron del anterior mandatario: Nixon, Carter, Bush y Trump. Salvo el primero, todos fueron derrotados en su intento de reelección. Y, curiosamente, estos tres últimos son los únicos presidentes con mandato único en los últimos ochenta años. ¿Casualidad? ¿Causalidad? Malas noticias para Biden, en todo caso.
Recuerden: si piensan que es injusto que el efecto de la pandemia y la guerra en Ucrania, con su impacto sobre la inflación por el lado de la oferta, sea atribuido al presidente, están ignorando que un elevado porcentaje (menor en Europa) de la inflación estadounidense de los últimos tres años es de demanda, y en una medida significativa ocasionada por la innecesariamente sobre expansiva política fiscal de la Administración Biden. Por supuesto, la lentitud de la Reserva Federal en subir los tipos de interés también tiene su cuota de responsabilidad y, precisamente por ello, va a ser difícil que Biden reciba un impulso por parte de la Fed en forma de reducción de tipos que alivie la carga financiera de los (muchos) ciudadanos estadounidenses endeudados, castigados por la inflación...y enfadados con el presidente.