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La formación continua: ¿arcoíris o tormenta?

  • Última actualización
    08 mayo 2024 11:07

En mi vertiente laboral de profesora en el sector del transporte y la logística, desde hace más de 20 años, tanto los alumnos que finalizan el ciclo formativo de grado superior en Transporte y Logística, como los que estudian un grado universitario o un máster, me preguntan siempre: ¿y qué más puedo estudiar? ¿Qué salidas profesionales tengo? ¿Cómo me puedo ganar bien la vida?

Estas preguntas son recurrentes especialmente en los más jóvenes, pero también en aquellas personas que llegadas a cualquier edad deciden valientemente llevar a cabo un giro de 180º en su carrera profesional. Una vez explicadas las salidas profesionales, quizás la pregunta debería ser: ¿qué es lo que me gusta hacer? o ¿con qué me siento más afín?

Al final y al principio, lo más importante es que hagamos lo que hagamos, nos guste, sí, y mucho a ser posible porque destinamos muchas horas de nuestra vida al trabajo, y si nos gusta nos llevamos un regalo. Así pues, con regalo o no, cuando somos profesionales del sector llega la famosa “formación continua” (a modo de seminarios, másteres, mini cursos presenciales) o no... Algunos para profundizar en materias concretas, otros para ampliar a nuevos campos o incluso para probar cosas totalmente nuevas que nos hagan enfocar de manera distinta lo que hacemos, porque si bien las personas trabajadoras han de poner pasión en lo que hacen, en igual medida lo han de hacer los responsables de las empresas para generar una buena sinergia y parte de esa maravillosa sinergia se consigue a través de la formación continua.

Los nuevos retos a través de un curso nos hacen abrir la mente, contactar con compañeros de otros departamentos, hacer algo diferente, salir de la rutina para después volver con una cierta transformación y, a lo mejor, un nuevo prisma hacia lo que hacemos. Si bien la rutina es positiva, los seres humanos necesitamos nuevos retos para avanzar y es ahí donde la formación continua juega un papel primordial.

Como docente de seminarios, cursos a empresas o másteres, considero que la formación continua es un “as” no sólo para mejorar en conocimientos técnicos, sino también para desarrollar nuevos puntos de vista y capacidades más allá de los conocimientos técnicos, y siempre con un común denominador, la actitud positiva. Está más que comprobado, que el impacto de la formación continua en las empresas aumenta su potencial y cuando hablo de potencial, no necesariamente debe ser la cuenta de resultados, ya que, el ambiente de trabajo en armonía no tiene precio. El foco de la formación continua no debe ser la cuenta de resultados, sino mejorar y potenciar el ambiente de trabajo, de modo que la cuenta de resultados es una consecuencia.

Las grandes corporaciones, hoy en día, tienen muy claro el papel de la formación continua, no obstante, no siempre el sistema solar tiene en cuenta el estado de los distintos planetas y sus habitantes, de modo que a veces, los asistentes a la formación sufren viendo que se les acumula el trabajo, que después deberán hacer más horas para recuperar el tiempo de “esa formación”. Este punto es decisivo para que el efecto de la formación continua no se eclipse, y que cuando los trabajadores vuelvan a su rutina tengan un fondo de pantalla con un arcoíris y no con una tormenta, porque la actitud de los “habitantes” requiere de la responsabilidad del sistema para que el movimiento rotativo y traslativo del planeta tierra y la luna funcione en sincronía.

Así pues, el equilibrio del sistema de la formación continua depende de todos sus integrantes para que la luz del sol nos ilumine a todos. ¿Hacemos un curso?

Rosa Romero, profesora especialista en el ciclo de grado superior en Transporte y Logística del Instituto Jaume Mimó, másteres universitarios de Derecho Marítimo, Transporte y Comercio Internacional, y abogada “of counsel” del despacho de Albors, Galiano y Portales.