La utilización de la red de metro para la distribución de paquetería en el centro de las grandes ciudades ha venido siendo una idea recurrente en las dos últimas décadas que siempre tuvo grandes retos infraestructurales y operacionales para su materialización, así como importantes condicionantes de inversión.
Sin duda, el proyecto más destacado a este respecto fue patentado a comienzos del presente siglo por el conocido directivo logístico Asís Pazó. Valorado en su día por la Comunidad de Madrid durante el gobierno de Alberto Ruiz-Gallardón y ante la fortísima ampliación de la red de metro que vivió Madrid en esos años, el proyecto se denominaba Metlogist y tenía como su solución estrella Metpaq.
Con Metpaq se apostaba por una solución adaptable a todas las estaciones de Metro Madrid para permitir la máxima capilaridad en la distribución urbana de mercancías y con un funcionamiento simultáneo al transporte de viajeros. Por un lado, todos los convoyes podrían transportar paquetes, bien añadiendo un vagón exclusivo, bien incorporando un vagón mixto con un espacio exclusivo para paquetes.
Por otro lado, en cada estación se preveía la creación de una ”estafeta” para clasificar, recibir, expedir o hacer el tránsito de los paquetes para la distribución en superficie o la recogida.
Por último, se preveía la construcción de plataformas elevadoras en cada estación e incluso en fases posteriores el desarrollo de rampas para el acceso directo de furgonetas a determinadas estaciones del suburbano.
El proyecto se complementaba con Metlogist, propuesta para usar a gran escala la red de Metro para el transporte de contenedores y la posterior gestión de la mercancía en plataformas logísticas de distribución subterráneas.
La enorme inversión necesaria, en el marco de la siempre ingente inversión de toda red de metro y la todavía precoz preocupación por la congestión y la sostenibilidad en las urbes llevó a que el proyecto no prosperara.