Alfredo Soler Asunción se mueve entre contenedores con la soltura y confianza de quien se ha pasado toda la vida rodeado de mercancías y vinculado al sector del transporte y la logística. A sus 80 años, y a pesar de estar jubilado, aún mantiene un fuerte vínculo con la empresa que fundó en el año 1972.
valencia. Desde entonces, TransBase Soler se ha convertido en una de las empresas más importantes en el mundo del depósito de contenedores. En esta entrevista con Diario del Puerto, su fundador repasa toda su trayectoria profesional, desde sus inicios en Nazaret hasta el momento en que su hijo, Alfredo Soler Martínez, coge el relevo y asienta de manera definitiva el crecimiento de la compañía.
“Yo he sido un emprendedor, porque mi padre lo fue. Fue un hombre independiente y eso lo transmitió a sus hijos. Siempre iba buscando nuevas formas de hacer negocio”. Alfredo Soler Asunción tuvo en su padre Jaume a su gran referente: “Mi padre y mi familia eran de El Palmar”, una pequeña localidad valenciana que en aquella época vivía de la pesca en La Albufera y del arroz. “Las dotes de boda eran las redes de pesca, pero mi padre no las estrenó, compró un camión de segunda mano y convenció a los pescadores del pueblo para comprarles todo lo que pescaran”. A las 5 de la mañana Jaume Soler cargaba el camión con barras de hielo y todo el pescado para luego venderlo en los mercados de Valencia. Desde bien pronto, Alfredo Soler Asunción se enganchó al mundo del transporte. Tanto es así que en el año 1969 la Cooperativa de Transporte San Cristóbal le contrata como gerente, en un momento en que contaba con unos 20 camiones. Y con unas condiciones nada habituales en la época, Alfredo Soler Asunción renunció a su sueldo como gerente a cambio de una comisión por cada nuevo cliente que aportara. “Debido a la alta carga de trabajo, se tuvo que abrir la suscripción de nuevos socios, y contratar a dos personas que pagaba de mi propia comisión”, recuerda. Su llegada imprimió un nuevo aire a la cooperativa, que a los tres años ya rondaba los 100 camiones.
“Yo he sido un emprendedor, porque mi padre lo fue. Fue un hombre independiente y eso lo transmitió a sus hijos. Siempre iba buscando nuevas formas de hacer negocio”
El germen del depot
Una de las obsesiones de Alfredo Soler Asunción fue la búsqueda de una nueva campa para los camiones, sobre todo cuando la continua llegada de nuevos vehículos y socios dejó pequeña la que utilizaba la cooperativa. Tras encontrar una en Nazaret y llegar a un acuerdo con Campsa para instalar un surtidor de combustible, la Junta Directiva de entonces da carpetazo al proyecto, lo que obliga a Alfredo Soler Asunción “a quedarme el terreno a cambio de no pagar el alquiler el primer año tras mi compromiso con los propietarios”. Será en este terreno donde empiece a germinar la semilla de lo que luego será TransBase Soler.
Pero este no sería el único desencuentro con la directiva de la cooperativa. De hecho, a los cuatro años la Junta intenta rebajar su retribución al 3%, algo que va a provocar que Alfredo Soler Asunción y los dos trabajadores que tenía a su cargo dejen la entidad, no sin antes presentar las cuentas en una Asamblea General Extraordinaria.
Gracias a la colaboración de Gabriel Ravello, Alfredo Soler Asunción logró la certificación de su campa como recinto aduanero para el tráfico de troncos de madera
Y mientras todo esto pasa en la Cooperativa de Transportes San Cristóbal, en el Puerto de Valencia el tráfico de troncos de madera sigue al alza, con barcos siempre esperando en la zona de fondeo. Por aquel entonces, se descargaban todos los troncos a pila, mezclándose los de aquellos clientes que habían pagado los derechos aduaneros y los que no.
Gracias a ese nuevo terreno, “comencé el proceso para convertir la campa en recinto aduanero”. En un proceso burocrático y farragoso, encontró la inestimable ayuda de Gabriel Ravello, “quien se encargó de todos los trámites, gracias a él logré la acreditación sin ningún tipo de falta ni antecedente de ningún tipo”. A partir de ese momento, “en mi almacén ya se podían hacer despachos de aduanas y se podía segregar la carga en función de quién había cumplido sus compromisos con la Aduana”.
En esta nueva aventura profesional, que simultaneará con sus últimos tiempos como gerente de la cooperativa, encontró la ayuda de su padre Jaume, que le ayudaba con la operativa de recepción y entrega de la mercancía.
Desvinculado de la cooperativa, Alfredo Soler Asunción se volcó en el funcionamiento de la campa, aunque dejó huella entre los transportistas. A los tres días de su salida, “más de la mitad de los socios vinieron al depot con sus camiones para pedirme trabajo”. “Cuando comencé a trabajar en la cooperativa constituí una empresa, formada por cuatro socios, que se dedicaba al transporte y almacenamiento de troncos, bajo el nombre de TransBase Soler”. En 1972 Alfredo Soler Asunción queda como único accionista.
“Echo de menos este mundo”
Han pasado 50 años desde entonces, y a pesar de su retiro, Alfredo Soler Asunción echa de vez en cuando la vista atrás, y lo hace con cierta nostalgia: “Sigo echando de menos este mundo”, reconoce. De vez en cuando se deja caer por la base, donde admite que “nunca hubiera imaginado que este negocio evolucionaría hasta donde lo ha hecho”. Antes, recalca, “todo eran sacos y palés. Ahora hay flexitanks que cargan granel líquido”.
El sector no es el mismo que él conoció. La llegada de las nuevas tecnologías y la nueva tipología de contenedores ha supuesto una revolución. Por eso es importante dar paso a las nuevas generaciones, algo de lo que Alfredo Soler Asunción no se arrepiente: “Mi hijo lleva el negocio mucho mejor que yo, lo ha hecho crecer, y eso es algo que me satisface mucho”.
El contenedor llama a la puerta, adiós a los troncos
La llegada del contenedor da un vuelco al transporte marítimo de mercancías. Los primeros contenedores de Container Transport International (CTI), la primera compañía de leasing de contenedores del mundo en ese momento, empiezan a inundar los terrenos portuarios valencianos.
La buena relación de Soler Asunción y del entonces director del puerto, José Luis Vilar, ayudó a resolver la situación. “Por orden de Vilar, Emilio Salmerón, jefe de la Policía Portuaria de entonces, habla conmigo para ver si podía hacerme cargo de esos contenedores, y así lo hicimos”. El contenedor había llegado para quedarse. A los 15 días, y tras una llamada del delegado de CTI en España de ese momento, “ya teníamos entre 30 y 40 contenedores de CTI, y ahí es donde nace el depot como tal”, en un momento en que el tráfico de troncos comenzaba a decaer.
TransBase Soler fue la primera base de contenedores en Valencia y la segunda en España, ya que en Barcelona estaba operativo otro depot. La actividad comienza a crecer de manera exponencial: “Cada vez son más las navieras que me piden colaborar con nosotros”. ¿Y por qué no expandirse? En un momento en que las bases de contenedores son un negocio incipiente, TransBase Soler decide mirar hacia Barcelona y Algeciras, “tras las peticiones de CTI de que expandiera nuestra presencia”. El depot de la ciudad condal, de 100.000 metros cuadrados, “se llenó enseguida, y al poco me quedé con el 100% de la sociedad”. En Algeciras, Alfredo Soler Asunción logró llegar a un acuerdo con un almacén para poder instalar allí los contenedores, logrando también un lleno absoluto en poco tiempo.
Pero ese intenso crecimiento tiene un precio. “Me pasaba los días en la carretera, yendo desde Valencia a Barcelona y Algeciras”, por lo que “al final vendí el depot de Barcelona, que después se convertiría en CIMAT, y dejé de colaborar en Algeciras”.
Un relevo generacional acertado
La llegada de Alfredo Soler Martínez dio un giro de 180 grados al funcionamiento de la empresa. Tras finalizar sus estudios de Ingeniería Superior de Informática se incorpora a trabajar en la empresa a jornada completa, aunque desde niño estuvo colaborando en la misma. A pesar de las reticencias de su padre, logra comenzar el proceso de informatización de procesos con el primer ordenador en el Departamento de Facturación, “que permite una mayor eficiencia en los cobros y llevar la contabilidad al día”. “Mi hijo aprendió lo que era un depot en poco tiempo”, algo a lo que ayudó que siendo muy joven peritara contenedores y manejara maquinaria.
El año 1998 supone un punto de inflexión en la historia de TransBase Soler. El ayuntamiento decide la reubicación de los depots de Nazaret. “Buscamos una zona alternativa, algo que no era fácil porque debía ser amplia y contar con espacios para la maniobrabilidad de los camiones”. El tiempo pasa y sigue sin aparecer un espacio que convenza. Comienza a hablarse incluso de cerrar el depot, un recuerdo que para Alfredo Soler Asunción no es fácil de gestionar. Hecho a la idea, “me volqué en los otros negocios que tenía, la bodega y un salón de bodas, mientras que mi hijo se queda para comenzar el proceso de liquidación de la empresa”.
Alfredo Soler Martínez no se da por vencido. Llega a un acuerdo con un depósito de Castellar “que nos ofrecía un espacio para operar allí”. Se demostró que la estrategia fue acertada, “porque logramos ocupar ese espacio enseguida”. Alfredo Soler Asunción decide dar un paso al lado, cediendo toda la responsabilidad a su hijo y dedicándose únicamente a su bodega, Castell dels Sorells. Durante los siguientes 13 años, el depot mantiene su actividad y permite que TransBase Soler crezca.
El resto es historia conocida. En 2011, TransBase Soler resultó adjudicataria del concurso público para la explotación de parte de la terminal ferroviaria ubicada en Silla. Un año después, inaugura su depot en Madrid. En 2016 TransBase Soler logra una concesión para explotar una base en la Ampliación Norte del Puerto de Valencia, poniéndose en marcha al año siguiente, un depot que hasta hoy mantiene su actividad e incluso ha ampliado su espacio en el puerto con una nueva zona de operaciones.
“Valencia es el mejor punto para que haya un puerto”
Alfredo Soler Asunción sabe perfectamente lo que se cuece no sólo en el Puerto de Valencia, sino fuera de él. Y por eso no es ajeno a todo el ruido que desde hace años una parte de la clase política valenciana ejerce contra el puerto.
No obstante, reconoce que “Valencia ha estado siempre de espaldas al puerto”, aunque “en los últimos años la gente está siendo consciente de su importancia”. Así y todo, denuncia que “hay gente que prefiere que los beneficios que llegan a Valencia por su puerto se vayan a otros como Barcelona”. Es inevitable que la nueva terminal de contenedores salga a relucir en la conversación. “El Puerto ya tiene todo hecho, los espigones y diques están hechos, y se ha demostrado que no va a haber afectación a las playas ni a la Albufera”.
Para Alfredo Soler Asunción, “Valencia es el mejor punto para que haya un puerto”, sobre todo con un transporte por carretera “cada vez más caro”. Pide a la Administración que “no retrase más el proyecto” y detesta los “intereses políticos” que hay alrededor, no sin antes poner en valor el papel de la actual dirección de la APV: “Más no puede hacer, se están desviviendo porque salga adelante”.