Los importadores y exportadores de carne de bovino, chocolate, café, caucho, aceite de palma, soja o madera, así como de una gran variedad de productos derivados de estas materias primas, afrontan el cumplimiento del Reglamento europeo contra la deforestación y la degradación forestal, conocido como EUDR (por sus siglas en inglés).
En las últimas semanas, la noticia sobre el posible aplazamiento del EUDR ha encendido debates que revelan problemas de mayor calado.
La FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) estima que alrededor del 90% de la deforestación mundial es causada por la expansión de las tierras agrícolas. ¿Y quién es el segundo deforestador del mundo? La Unión Europea, solo superada por China. En este contexto, la UE está introduciendo medidas más severas para atajar este problema.
Tal vez una norma como el EUDR sea un primer paso esencial. Sin ella, el cambio sostenible no se produciría a gran escala. Sin embargo, es evidente que la regulación ESG no resuelve los problemas subyacentes que causan el cambio climático. Todos formamos parte del sistema, y la regulación por sí sola no puede desmantelarlo. El reto no es solo hacer cumplir las reglas, sino ir más allá para transformar el sistema en sí, buscando el equilibrio entre el desarrollo económico y los límites ecológicos.
En caso de incumplimiento, las autoridades impondrán multas de hasta el 4% del volumen de negocios total en la Unión Europea correspondiente al año anterior
¿Por qué no abordar las regulaciones ESG como oportunidades para la innovación en lugar de como cargas? Las empresas que traten la sostenibilidad de manera estratégica, cumpliendo las expectativas de sus clientes, obtendrán una ventaja competitiva, mientras que los rezagados corren el riesgo de quedarse atrás. Para entender la complejidad entorno al EUDR debemos considerar los intereses, a veces contradictorios, de los actores involucrados:
• Empresas europeas: algunas ya han invertido en prácticas sostenibles y consideran que un retraso socava sus esfuerzos, mientras que otras respiran aliviadas.
• Ecologistas: cualquier retraso en la aplicación del EUDR es un retroceso.
• Gobiernos: La escena política de la UE está dividida. Algunos presionan para que se tomen medidas urgentes en defensa del medio ambiente, mientras que otros priorizan el impacto económico y el comercio.
• Consumidores: la creciente conciencia sobre la sostenibilidad está cambiando la demanda del mercado. Sin embargo, existe una brecha entre la intención y la acción.
• Países en desarrollo: su crecimiento económico depende de la extracción de recursos naturales, y la deforestación se asume como necesaria.
El EUDR pivota sobre la transparencia y la trazabilidad de las cadenas de suministro globales. Las empresas deberán informar sobre el origen de los productos que importen, aportando evidencias de que no provienen de tierras deforestadas, sirviéndose de tecnologías aéreas y espaciales.
En caso de incumplimiento, las autoridades impondrán multas de hasta el 4% del volumen de negocios total en la UE del año anterior. Las sanciones también podrán consistir en la confiscación de productos o los ingresos obtenidos de ellos, exclusión temporal de la contratación y financiación pública, o prohibición de comerciar en la UE, en caso de infracciones graves o reiteradas. Poca broma.