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Cinco mujeres presidentas, pero “en un futuro seremos más”

  • Última actualización
    28 febrero 2025 16:20

Ocupan puestos de gran responsabilidad y todas cuentan con una experiencia profesional marcada por la llegada a espacios en los que era más habitual encontrar un mayor número de hombres.

MADRID. “Escogí una carrera técnica de hombres, la de aparejador- arquitecto técnico, para poderme bandear en la vida, ser independiente y conocer bien el lugar donde me iba a mover. Me curtí mucho en la participación, en el autocontrol y en la autodefensa (en el sentido de la protección para garantizarme la igualdad, sin grandes alaracas). Y después, por convencimiento, llegué a la política”, explica Teófila Martínez, presidenta de la AP de Bahía de Cádiz, desde 2019. Combinó su carrera profesional con su tarea política como militante de base, “todo muy mezclado” y con el objetivo de “dar los pasos para ser una mujer independiente. Me educaron así en mi casa”. Eso sí, “de lo que más me acuerdo es que cuando fui a recoger mi diploma, uno de los profesores me dijo: ‘toma, para lo que te va a servir’. Luego tuve la oportunidad en política de demostrar para qué me había servido y se lo dije. ¡Qué satisfacción!”, sentencia Martínez.

Beatriz Calzada, presidenta de la AP de Las Palmas desde agosto de 2023, estudió Derecho y se especializó en algo que en aquel momento era muy masculino: el urbanismo y la ordenación del territorio. “Profesionalmente sí que he tenido esa vertiente más técnica, de hecho, en algún puesto político que he ocupado lo que he hecho es esa gestión técnica. Y a la parte política llegué de una manera natural. Desde pequeña me decían ‘va para política’, siempre reivindicando... He compaginado puestos políticos de gestión y mi profesión y creo que esa trayectoria y experiencia es importante porque nos enriquece y ayuda a la gestión política, por lo menos desde mi experiencia”, comenta Calzada.

Asimismo, la canaria comparte impulso vital con Martínez. “Mi madre siempre nos dijo, a mi hermana y a mí, lo que sean en sus vidas y en el futuro tiene que depender solamente de ustedes”.

En el caso de Rosario Soto, presidenta de la AP de Almería, la dedicación a la política es vocacional. “Estudié la doble titulación de Ciencias Políticas y Sociología y me especialicé en Ciencias Políticas y de la Administración Pública. Por lo tanto, mi incorporación a la política ha sido vocacional” afirma Soto que llegó al puerto almeriense en octubre de 2022. La presidenta reconoce que, “para nosotras es mucho más dificultoso llegar a los sitios y que se escuche nuestra voz. Por eso creo que batallamos tanto y somos tan peleonas. Y, pese a lo que digan, no tenemos una actitud beligerante con otras mujeres sino que la tenemos en general porque nos ha costado tantísimo llegar donde estamos... Nos ha costado dos, tres, cuatro veces más que a nuestros compañeros y, además, tenemos que demostrar día a día que valemos; pero, dentro de esa dificultad, con trabajo, esfuerzo y sacrificio te posicionas y sacas adelante los temas y aquí estamos cinco mujeres, presidentas de autoridades portuarias (ríe). Estoy convencida que en un futuro muy cercano seremos más”.

Nieves Roqueñí, la última de las presidentas en incorporarse a su responsabilidad al frente de un puerto, en este caso el de Gijón, llega directamente desde el gobierno del Principado de Asturias donde era consejera de Transición Ecológica, Industria y Desarrollo Económico hasta mediados de febrero. Doctora ingeniera de Minas, Roqueñí opina que, en muchas ocasiones, “las barreras nos las ponemos nosotras mismas. Soy ingeniera de Minas en un momento en el que entrar en una carrera de ingenieros era una rareza. Tengo 60 años, empecé en una escuela en la que éramos cuatro mujeres y ciento y pico hombres. Las barreras son mentales y son las que tenemos que vencer. Da lo mismo que estemos en el sector portuario, minero, industrial o en el que sea... es una cuestión de buscar y de tener referentes”.

Finalmente, Mar Chao, presidenta de la AP de Valencia desde septiembre de 2023, apunta que estudió ingeniería de Caminos, Canales y Puertos por casualidad. “Cuando empecé la carrera lo primero que me dijeron los profesores era: qué haces aquí siendo mujer. Fue un primer año complicado. Tenía un expediente académico muy bueno y parecía que me suspendían por ser mujer. Fue mucha la lucha desde el inicio, pero acabé la carrera perfectamente, aunque fueron muchos los palos en las ruedas desde el inicio. En el fondo, lo agradezco porque esto te hace ser resiliente, más luchadora y no darte por vencida, el pico pala que digo yo, y lo valoro positivamente como enseñanza vital, pero fue muy duro”.