¿Cuál es la reflexión que se hace en la Dirección General de la Marina Mercante sobre la velocidad en la descarbonización que impulsa la Unión Europea frente a la falta de medidas de otros países y, a su vez, la estrategia que está definiendo la OMI?
Nuestra apuesta desde el Gobierno español por la descarbonización es indudable. Es algo que nos hemos trazado y la Unión Europea nos marca el rumbo.
Es cierto que el término “globalización” está en la esencia de la industria marítima y por eso crear islas no nos parece adecuado.
Es cierto que la OMI desde 2018 ha sido mucho más ambiciosa , pero hablamos de más de 170 países donde habrá que combinar esa ambición medioambiental con lo que digan otros interlocutores muy fuertes dentro del sector naviero.
España ejerce ahora mismo la presidencia del Consejo de la OMI y también del Comité para Asuntos Marítimos de la Unión Europea y tenemos que hacer un juego de equilibrio. Ser ambiciosos es muy importante, pero también tener los pies en la tierra. De hecho , ya durante la gestión del paquete Fit for 55 se estuvo muy atentos a asuntos como los puertos transparentes y en la actual legislatura se ha instado por parte del ministro de Transportes para que se tenga en cuenta que estamos a favor de la descarbonización pero también queremos evitar fugas de CO2 porque afecta a nuestro sector portuario que es muy potente y porque impide que se cumplan esos objetivos ambiciosos de reducción del CO2 con una afección económico y social enorme.
Así, con el impulso de España y de la mano de diez países de la UE hemos conseguido que el estudio sobre posibles fugas de carbono, que estaba previsto para dentro dos años a raíz de la entrada en vigor del ETS, finalmente estará listo antes de que acabe 2024. La ambición hay que buscarla, pero el juego de equilibrio es importante. Además de tráficos se pueden ir fuertes inversiones con decisiones estratégicas, lo que supondría sacar de la UE la fuerza logística, lo cual es muy grave.