Acompañada del consejero de Turismo, Marcos Ortuño, y de la concejal de Turismo del Ayuntamiento de Cartagena, Cristina Pérez, Muñoz ha resaltado “la importancia de estos dos cruceros de procedencia inglesa, con el que vamos recuperando el mercado inglés que supone el 50 por ciento de los cruceristas que recalan en nuestro puerto”. Tanto el buque Bolette, con cerca de 500 pasajeros más tripulación, que será la única escala que hace en Cartagena, como el “Marella Explorer”, con cerca de 300 pasajeros más tripulación, que repetirá una vez más, han tenido como salida de embarque puertos ingleses, el de Dover y Southampton, respectivamente, para seguir su itinerario por puertos españoles.
Esto ha sido gracias, según ha remarcado el consejero Ortuño, “el trabajo coordinado entre el Gobierno regional, la Autoridad Portuaria y el Ayuntamiento de Cartagena, nos está permitiendo afianzar a Cartagena en una posición que le acredita como destino seguro y las previsiones no sólo se cumplen, sino que incluso se mejoran”.
Hasta la fecha, “han atracado 13 buques con 13.000 pasajeros que han disfrutado y recorrido la ciudad, sus museos, sus centros de interpretación, su hostelería, y que se suman a la previsión que tenemos de cerrar el año con 58 cruceros y cerca de 60.000 turistas”, ha indicado la presidenta de la APC, que ha destacado que “el 80 por ciento de los cruceristas se quedan en Cartagena”.
Ortuño ha recordado que “los cruceros son clave para la recuperación económica de Cartagena y de la Región, y el ritmo de llegadas de las escalas después de un año muy difícil supone el espaldarazo definitivo para la reactivación del turismo y el impulso a sectores muy vinculados como el comercio, la restauración, la cultura o el transporte de viajeros”.
Por su parte, Cristina Pérez ha recalcado la oferta cultural que ofrece Cartagena y donde se han concertado excursiones a pie, en el tren turístico, visitas a los museos y centros de interpretación y experiencias de naturaleza y gastronómicas.
Los cruceros deben mantener unas estrictas normas de seguridad, entre ellas, una reducción en un 50-60% la capacidad de los buques, la obligatoriedad de que los cruceristas cuenten con una PCR negativa y hasta tres pruebas serológicas negativas en el caso de la tripulación, además de realizar un periodo de aislamiento.