El Golfo de Vizcaya no da tregua. Como todos los años, el invierno, y especialmente el mes de febrero, viene acompañado de temporales que azotan las costas cantábrica y atlántica día sí, día también, convirtiendo a los puertos en refugio seguro para buques y marineros. Sus aguas abrigadas, como es el caso del puerto fluvial de Baiona, en el País Vasco-Francés, no solo permiten la normal actividad de carga y descarga de mercancías en sus muelles sino que facilitan la actividad deportiva a los remeros que buscan aguas mansas en las que retarse a sí mismos y a otros remeros como ellos. Dos botes, con una formación de dos remeros con timonel, compiten al atardecer entre sí con las grúas, los mercantes y las mercancías depositadas en los muelles como mudos espectadores. Uno de los botes, de color verde, lleva el nombre vasco de "Eskuminak" ("Saludos", en castellano). El otro, blanco, tiene pintado en azul el nombre "Ur Gainean" (Sobre el Agua"). "Eskuminak" parecía ir en cabeza aunque en las regatas la perspectiva juega muy malas pasadas.