El presidente de Port Tarragona, Saül Garreta, y el director de Desarrollo Corporativo de la APT, Joan Basora, han visitado el yacimiento de La Cella en Salou, acompañados por el coordinador de la excavación y Vicerrector de la URV, Jordi Diloli, y el director de la intervención, Ivan Cots, para conocer los primeros resultados de la campaña de excavación arqueológica financiada por la Autoridad Portuaria de Tarragona.
TARRAGONA · La visita al yacimiento es consecuencia de la colaboración entre el Port Tarragona y la URV para impulsar esta campaña arqueológica en el poblado de La Cella, situado en el término municipal de Salou. Port Tarragona financia los trabajos que está desarrollando la empresa IBER en un área de más de 550 m² del yacimiento, que se encuentra en terrenos portuarios adyacentes a la parte ya excavada y consolidada bajo la responsabilidad del Ayuntamiento de Salou. Los primeros trabajos realizados en agosto han permitido confirmar algunas de las hipótesis iniciales, reforzando aún más la singularidad del yacimiento.
El descubrimiento de unas tejas de posible fabricación helénica podría confirmar el origen griego de la ciudad. Esta civilización habría sido la encargada de diseñar, organizar e impulsar este asentamiento comercial a principios del siglo IV a.C., en el que habrían convivido miembros de diversas comunidades de origen púnico, íbero y griego.
Esta confirmación del origen griego, junto con el descubrimiento de un nuevo barrio de la ciudad en la zona noreste del yacimiento, abre la puerta a revisar la historia sobre la presencia e influencia griega en la península ibérica, tal como la conocemos, ya que La Cella habría sido un asentamiento con dimensiones urbanísticas y conexiones comerciales internacionales de gran alcance, capaz de rivalizar con otros asentamientos del Mediterráneo.
Un espacio sagrado
Las excavaciones han sacado a la luz nuevas estructuras de viviendas con características y dimensiones similares a las que ya se habían excavado en la zona del yacimiento en terrenos municipales. En el caso particular de La Cella, las viviendas son todas de grandes dimensiones, la mayoría con más de 90 m², y con una estructura reticular basada en la distribución del espacio a partir de un patrón fijo, tanto para la delimitación de parcelas como para la distribución interior de las viviendas, con el fin de constituir un polo comercial y un punto de control de la bahía al norte del Cabo de Salou.
Una de las hallazgos más importantes en uno de los edificios excavados ha sido lo que podría ser un Andrón, un espacio reservado para los hombres, o algún tipo de recinto sagrado. La cámara, de grandes dimensiones, presenta un banco adosado a la pared y los restos de una chimenea en forma de piel de toro, frecuente en edificios sagrados de esta época en otras zonas del Mediterráneo, y conocida como lingote chipriota.
Durante estos trabajos, además de restos cerámicos de ánforas y utensilios domésticos, también han aparecido numerosos pesos de telar de terracota, conocidos como pondus/pondera, lo que confirma la importancia de esta ciudad no solo como área comercial, sino también como centro de producción textil. Los pesos descubiertos tienen dos tamaños diferentes: los más grandes pertenecerían a telares de cáñamo y los más pequeños a telares de lana.
Para los responsables de la excavación, “nos encontramos ante una ciudad con unos objetivos eminentemente económicos, en la que la actividad principal fue el comercio y la representación de los intereses de los diferentes actores del puerto natural situado entre la antigua Tarrakon-Kesse y el Cabo de Salou”.
La Cella era un verdadero “Puerto de Comercio” con relaciones comerciales internacionales con importantes asentamientos del Mediterráneo occidental, como las colonias griegas de Massalia (Marsella), de la Magna Grecia (Sicilia y sur de Italia), pero sobre todo con Ebussus (Ibiza), una importante colonia púnica que actuaba como verdadero “hub comercial” que conectaba el norte de África y el sur peninsular con el resto del Mediterráneo occidental.
Los resultados de esta campaña arqueológica han reforzado aún más la identificación de La Cella con la Cal·lípolis que Rufo Festo Avieno situó en este litoral, justo antes de la ciudad de Tarraco: “aquella Cal·lípolis famosa que, por la elevada y excelsa altura de sus murallas y por sus cimas, se elevaba hacia el cielo, aquella que, con el ámbito de su inmenso solar, ceñía, por ambos lados, un estanque, siempre fecundo en peces” (traducción de P. Villalba, 1986).