La subida del precio de la luz afecta de manera directa al sector logístico porque hay un encarecimiento de los costes que, inevitablemente, van a terminar siendo repercutido en los clientes finales.
Ahora bien, este sector también está recibiendo un impacto indirecto muy relevante desde las principales industrias a las que presta servicio, que no encuentran la forma de mitigar el impacto del encarecimiento de la energía.
Ejemplo de ello son las empresas siderúrgicas. El grupo Sidenor ha sido el primero en anunciar una parada de su actividad durante 20 días no consecutivos hasta final de año en la producción de aceros especiales, con el fin de no operar en pérdidas. Por su parte, Ferroatlántica ha decidido cerrar uno de sus hornos por tiempo indeterminado en su fábrica de Sabón, en A Coruña y parar dos de sus hornos durante cuatro horas al día en su fábrica del Monzón, coincidiendo con los tramos más caros de la energía.
Otro sector que basa su actividad en el uso de la energía es el de la automoción. Para este sector toda la cadena de producción tiene su fundamento en la electricidad y al ver aumentado el coste de producción, se ve obligado a aumentar el precio del producto final. Esto, sumado al problema de la escasez de chips, está generando un debate en torno a la paralización, o no, de las cadenas de producción, un hecho que repercutiría en el sector de la logística, que tiene a la automoción entre sus principales clientes.
Uno de los ejemplos más evidentes en este ámbito es el del sector de la cerámica, ya que, según la Asociación Española de Fabricantes de Azulejos y Pavimentos Cerámicos (ASCER), la factura energética global del sector va a aumentar un 61% por la subida del precio de la luz, lo que supondrá un impacto de más de 300 millones de euros.
ASCER ha señalado que la subida de los costes energéticos está lastrando la competitividad y compromete la viabilidad futura puesto que “el sector español fabricante de baldosas cerámicas es una industria intensiva en energía”. La Asociación también ha asegurado que esta situación “golpea directamente a la competitividad de las empresas”, porque ven cómo sus márgenes se reducen a diario ante el encarecimiento de elementos esenciales para su producción como la luz, el gas o las materias primas. “En este sentido, los incrementos del gas y el CO2 están catapultando los precios de la tierra atomizada, materia prima fundamental para la producción cerámica lo que conduce a ahondar en la pérdida de competitividad y pone en riesgo la supervivencia del sector con la consecuente pérdida de puestos de trabajo”, ha asegurado.
Además, ASCER lamenta la falta de previsión. “La industria, y las empresas en general, no pueden trasladar sus precios al consumidor de forma automática, porque las tarifas se revisan cada cierto tiempo, y las ofertas tienen periodos de validez que se deben respetar. Los precios trasladados al cliente quedan obsoletos en estos días de escalada desmedida”, ha denunciado la Asociación.
“En este contexto, tanto empresas como ciudadanos miramos al gobierno con la esperanza de encontrar soluciones a una situación que amenaza con dinamitar las economías domésticas y la competitividad de las empresas, sin embargo, percibimos que tanto gobierno como oposición están más enfocados en hacer política que en buscar soluciones de calado. Así, la propuesta del gobierno de reconducir los windfall profits de determinadas centrales y de eliminar parte de los beneficios de las eléctricas, no son una solución, son un parche”, ha concluido ASCER.