En tiempos de incertidumbre como los actuales, una cosa es segura: el comercio mundial, tarde o temprano, se acabará adaptando. El sistema comercial, centrado básicamente en el aumento de la eficiencia, atraviesa una profunda transformación al tiempo que el mundo entra en una nueva era de globalización, definida por la convergencia de tres grandes fuerzas: el mayor riesgo geopolítico, las realidades urgentes del cambio climático y los grandes avances tecnológicos.
A medida que esta nueva era cobra fuerza, las cadenas de suministro y las redes comerciales continúan su transición, lo que presenta a las empresas ante retos complejos y nuevas oportunidades. Como estamos viendo, las crisis geopolíticas siguen teniendo un impacto generalizado en el comercio mundial, y el riesgo de conflictos armados y guerras comerciales sigue siendo alto. A los conflictos en curso en Ucrania, Gaza y el Mar Rojo, se les une la tensión existente en el Mar de China entre Estados Unidos y China, enfrentados en una intensa rivalidad económica, impulsada por una ola de políticas proteccionistas y de regulaciones comerciales que, en un intento de reorientar las cadenas de suministro, están reconfigurando las redes comerciales globales.
La guerra en Ucrania ha puesto de manifiesto la importante influencia de la geopolítica en el comercio global, con mayores restricciones comerciales y una reconfiguración del mercado energético de Europa y del mercado mundial de materias primas. La guerra entre Israel y Hamás, junto con su derivada del Mar Rojo no ha hecho sino reafirmar la importancia de la geopolítica, creando una gran inestabilidad en una región fundamental para las redes de suministro globales.
La “nueva globalización” impone que las cadenas de suministro sean tan rentables como resilientes a las tensiones geopolíticas
Parece quedar claro que la era de la “nueva globalización” exige una reformulación estratégica, según la cual las cadenas de suministro actuales ahora deben ser tan rentables como resilientes a las tensiones geopolíticas. En medio de estas corrientes geopolíticas, el cambio climático es el segundo factor que impulsa la era de la nueva globalización, introduciendo una serie de imperativos para un comercio global sostenible que sigue haciendo evolucionar las cadenas de suministro.
La innovación tecnológica, el tercer factor que define la era de la nueva globalización, destaca como el motor de cambio dentro del sistema de comercio mundial, con el desarrollo de una Inteligencia Artificial cada vez más capaz, la adopción de una mayor automatización y robótica y los avances en áreas como blockchain y la impresión 3D llamados a reconfigurar, optimizar y descarbonizar las cadenas de suministro.
Precisamente, la cuarta edición de Trade in Transition, un programa de Economist Impact respaldado por DP World, destaca que la tecnología es en este 2024 el principal motivo de optimismo entre los directivos de las empresas generadoras de carga. Un tercio de los encuestados es optimista sobre las ganancias de eficiencia que la tecnología aportará a sus cadenas de suministro, con la Inteligencia Artificial como principal elemento revolucionario y disruptor.
Nunca como ahora ha sido más necesario implementar tecnologías avanzadas e impulsar la colaboración para superar los desafíos de todo tipo que afronta la cadena de suministro.
Sin embargo, conviene no olvidar que el mayor activo de cualquier organización lo siguen siendo las personas. Sin talento no hay futuro.