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A perro flaco...

  • Última actualización
    30 enero 2024 05:20

Las protestas y movilizaciones convocadas por los sindicatos agrícolas franceses y secundadas por una gran parte del sector están provocando notables perjuicios al transporte de mercancías por carretera. Al ser el país galo uno de los grandes receptores europeos de las exportaciones españolas, las empresas de transporte españolas se están viendo afectadas por los cortes de carretera y piquetes que se extienden por la mayor parte de la geografía francesa, con unas estampas que recuerdan mucho a las situaciones vividas al final del pasado siglo, cuando los camioneros españoles se veían obligados a parar su vehículo y asistir impotentes a la destrucción de la mercancía, cuando no de su propio camión. Estos días estamos viendo repetirse la historia.

No es este un problema menor. Cada día alrededor de 20.000 camiones cruzan la frontera hacia Francia, que no sólo tienen como destino al país vecino, sino toda Europa. Tal y como advirtió ayer CETM, las pérdidas diarias rondarían los 12.000 millones de euros, una cifra en la que no se incluyen lo que costará reparar los daños que están sufriendo los vehículos ni el valor de las mercancías destruidas. Algunas asociaciones profesionales ya están recomendando a sus empresas asociadas que antes de iniciar un viaje comprueben si van a poder llegar a su destino. Prevención a costa de reducir los ingresos. Mal apaño.

La situación en Francia y sus consecuencias para el sector del transporte de mercancías por carretera no hace sino añadir más tensión a una actividad económica bastante tensionada de por sí en los últimos tiempos. Al aumento estructural de sus costes provocados por el precio del gasóleo hay que añadir el oscuro panorama que provoca la disminución de la carga de trabajo, la cada vez más exigente normativa ambiental, la normativa de pesos y dimensiones y la recurrente presencia de Plataforma, que de forma periódica aparece en escena con la amenaza de nuevos paros. Como consecuencia, los nuevos proyectos que tienen en mente las empresas de transporte se retraen, la renovación y modernización de flotas pasan a segundo plano -cuando no se desechan directamente- y se agudiza el problema no encontrar el relevo generacional ante la imposibilidad de presentar al sector como un nicho de empleo estable y duradero, agravado por unas barreras de acceso a la profesión casi insalvables. Es normal que cada vez menos gente quiera subirse a un camión a ganarse la vida.

Hoy en día, muchos transportistas se dan con un canto en los dientes si logran cerrar dos servicios en un mismo día

Y lo peor de todo es que las opciones y alternativas comienzan a agotarse. Este sector, como muchos otros, necesita de una carga de trabajo mínima para hacer mínimamente rentable su actividad. Traducido al mundo de la carretera, y muy a grosso modo, a cuantos más viajes, más facturación y, por tanto, más rentabilidad. Cualquier empresario les dirá que un camión parado es lo mismo que perder dinero. Hoy en día, muchos transportistas se dan con un canto en los dientes si logran cerrar dos servicios en un mismo día. Una pena.

Después de un 2023 perdido por las sucesivas convocatorias electorales, el Ministerio de Transportes debe pisar el acelerador y poner en marcha cuanto antes la resolución de todos los asuntos que tiene pendientes con la carretera. Y antes que eso, hay que detener la sangría francesa. Es cierto que no es responsabilidad del departamento que dirige Óscar Puente los piquetes en las carreteras y los daños que sufren las empresas españolas, pero sí está entre sus funciones exigir al ejecutivo de Macron que haga todo lo que esté en su mano para asegurar la libre circulación de camiones españoles.