En efecto, hoy en día generalmente se considera a alguien “mayor” cuando cruza el “rubicón” de los 50, sospecho que a una edad superior a la que se refería Alberto Cortez cuando cantaba aquello de “a partir de mañana empezaré a vivir la mitad de mi vida, a partir de mañana empezaré a morir la mitad de mi muerte...”.
El caso es que tenía razón mi contertulio, por mucho que me pese admitir que me encuentro en esa categoría de personas “mayores”, más en la mitad de allá que en la de acá . ¿Cómo, si no, podría yo traer entonces aquí a colación a Alberto Cortez (cantautor argentino muy popular en los 70’ y los 80’, para conocimiento de los más jóvenes) o la carta de ajuste de la televisión? Sí, aquella señal de prueba de televisión que se emitía en ausencia de programación y servía de guía para sintonizar tonos, brillos y la propia señal televisiva.
Daba igual si el televisor era Vanguard, Radiola, Telefunken, Westinghouse o Thomson... que la carta de ajuste era la misma para todos, mostrando sus señales de prueba en forma de almenado, retículas, rectángulos, círculos, barras de color, escaleras de grises... todo para que cada señal estuviera perfectamente ajustada y garantizar así una visión perfecta para los estándares de la época.
Los tiempos han cambiado pero al igual que los televisores de hace 30, 40 o 50 años, las personas también necesitamos nuestra propia carta de ajuste para proyectar la mejor imagen de nosotros mismos y solucionar los desajustes y las interferencias que lo impiden. Las vacaciones de verano que estamos a punto de comenzar en este 2020 marcado ya para siempre en nuestra memoria, pueden suponer también un antes y un después en tantos aspectos, personales y profesionales. El Covid-19 ha sido la mayor interferencia vital jamás vivida por generaciones que tienen ya la certeza de que su vida no va a mejorar la de sus padres y quizá tampoco la de sus abuelos. Sin embargo, en el manual de instrucciones individual, no hay ningún apartado que contenga la palabra “resignación” en el capítulo “resolución de problemas”.
Lo que uno se pregunta es si la mano que manejan los mandos es la propia o, por el contrario, es una mano extraña sobre la que no tenemos ningún control. Esa es la duda. Porque lo que sí es cierto es que habrá ajuste. Aunque no sea el que deseemos
Por ello, llegadas estas fechas, a pesar de la pesada mochila que nos han dejado los últimos meses, en cuerpo y en alma, es hora de recomponer el ánimo y de ajustar todos nuestros parámetros vitales y emocionales para seguir plantando cara a una realidad que se nos ha torcido sin apenas tiempo para reaccionar y presentar batalla.
También las empresas, incluidas las de este sector nuestro del transporte y la logística, necesitan su propia carta de ajuste para solucionar las disfunciones que ponen en peligro su supervivencia. El verano es la época del año que marca la tregua y obliga al descanso. Pero el verano de 2020 puede que sea diferente. Hay una carta de ajuste para cada individuo y para cada empresa. Sólo depende de lo hábiles que sean los dedos de la mano que ajusta los mandos del televisor para dar con el ajuste correcto que permita una visión clara de la señal de la imagen.
Pero, llegados a este punto, lo que uno se pregunta es si la mano que manejan los mandos es la propia o, por el contrario, es una mano extraña sobre la que no tenemos ningún control. Esa es la duda. Porque lo que sí es cierto es que habrá ajuste. Aunque no sea el que deseemos.