Ya conocen la obsesión salvaje y primitiva de este suricata por las denominaciones de administraciones e infraestructuras, en la machacona convicción de la ideología que encierra tal o cual elección. Al respecto, el BOE publicó el lunes una deliciosa orden ministerial por la cual se regulan los “criterios de denominación de estaciones ferroviarias”, entre otros que siempre debe haber referencia a la localidad que corresponda, que nunca puede haber referencias a más de dos localidades y que la inclusión de nombres de personalidades será excepcional y que estas gozarán de un reconocido prestigio.
Ahora bien, el condicionante más curioso es el de que la denominación nunca podrá superar los 40 caracteres, una generosa vara de medir pues permitiría combinaciones tan extensas como Estación Madrid Puerta de Atocha - Emilia Pardo Bazán (o Arturo Pérez-Reverte o Federico García Lorca...) por seguir incordiando acerca de la actual denominación.
Fíjense si esta regla de los 40 caracteres es amplia que sería muy sabio extenderla a las infernales denominaciones de ministerios y consejerías y, aún así, estas seguirían siendo infernales. En el actual gobierno de la nación sólo quedarían fuera y por muy poco las denominaciones de cuatro ministerios. 40 caracteres dan para emitir muchas pero que muchas consignas.