La Comisión Europea va a seguir aplicando aranceles a la importación de vehículos eléctricos procedentes de China. La votación del viernes entre los países de la UE no alcanzó una mayoría cualificada en contra de la propuesta por lo que sigue adelante la medida proteccionista.
En realidad, será justo a finales de este mes cuando estos aranceles se conviertan en definitivos automáticamente, por lo que estos movimientos previos no hacen otra cosa que lanzar mensajes a China advirtiendo de que la UE está empeñada en mantener esas barreras a la importación si el país asiático no verbaliza claramente que va a acabar, entre otras cosas, con las desproporcionadas subvenciones para la fabricación y exportación de sus vehículos.
Bruselas decidió en julio aplicar aranceles hasta el 36,3% al fabricante SAIC, del 19,3% a Geely y del 17% a BYD, por considerar que recibían subvenciones que dañan a los fabricantes de la UE. Estos aranceles, y aquí reside parte de la explicación de los desencuentros en el seno de la UE, también afectan a las importaciones de los fabricantes occidentales que producen en China, como Tesla, Dacia o BMW, que serían gravadas con hasta un 21%.
Este conato de guerra comercial entre la UE y China comenzó en realidad en Estados Unidos y se ha extendido prácticamente a todo el globo para estupor del Banco Central Europeo, que ha advertido de que estas decisiones ponen en grave riesgo a la economía mundial.
¿Cuál es la posición de España? Pues nuestro país se ha abstenido en la votación, junto con otros 11 países que han hecho lo mismo. Otros cinco, entre los que se encuentra Alemania, han votado en contra, y los diez restantes han votado a favor. En este último grupo se incluyen Francia, Italia o Países Bajos.
Cada uno puede extraer sus conclusiones a la vista del potencial productivo de cada país.