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Dar las gracias y pedir disculpas

  • Última actualización
    26 julio 2024 05:20

Nos vamos. Algunos. Unos días. A descansar, se supone. Aunque cuando en casa te espera un angelito endemoniado, de un año, el descanso no está, en absoluto, garantizado. Bien sabes lo que digo, que decía Sabina.

Aun así, los que defendemos el santo derecho a no hacer nada, los vagos que nunca hemos podido ejercer, los amantes del doce far niente, tenemos cierta habilidad para encontrar un buen sitio, escondido, fresco, silencioso, donde dejar caer el cuerpo y entregarnos a un libro o al dulce sopor post comilona, siempre con la banda sonora de nuestras siestas: o la vuelta ciclista a España o la pelea de la gacela Thomson por escapar de la cansina leona.

El cuerpo puede que encuentre dónde y cómo descansar en estos días vacacionales, pero para que haya un descanso algo más completo, más digno de llamarse como tal, hay que conseguir desconectar la mente y los sentimientos. O todo o nada.

A veces, a estas alturas del año, uno llega con la espalda dolorida de llevar el peso del mundo. No somos Atlas y no estamos tan fuertes ni tan preparados para soportar a tanto pendejo sobre nuestros lomos. Bien es sabido que, matemáticamente, pesa más un pendejo que mil personas que sumen.

Aunque de vez en cuando nos apetezca bajar los brazos y rendirnos, llegan vacaciones y retomamos la esperanza de coger nuevo impulso tras estos días de cerveza y chanclas.

Volveremos con más brillo en la mirada. Con más ganas. Con más fuerza. Con los pendejos en su sitio, y nuestros amigos logísticos impulsando el motor que todo lo mueve.

Olvidamos que lo que llega a veces no es el premio a toda una vida de trabajo, sino un infarto o un cáncer

Hemos vivido en este año lectivo nuevos casos, ejemplos que nos enseñan, a base de bofetones, de golpe, lo torpe que resulta centrarnos solo en lo urgente. La pérdida de tiempo que supone construir demonios y enemigos, cuando con un café y un rato de charla se constata que nadie tiene rabo en punta, ni cuernos. Bueno, casi nadie.

Luego estamos los que tenemos las esperanza de que llegará un día en el que podremos disfrutar lo conseguido. Un día de la cosecha. Olvidamos que lo que llega a veces no es el premio a toda una vida de trabajo, sino un infarto o un cáncer.

Poder descansar estos días cuerpo, alma y mente, es lo que deseo para todos nuestros miles de Socios Suscriptores, de nuestros amigos logísticos. Y que al volver seamos todos, un poco más sabios emocionalmente hablando. Que lo primero que hagamos antes de irnos, y nada más volver, sea dar las gracias y pedir disculpas.

Estamos llenos de proyectos. No nos importa que se sepa lo que hacemos, mientras no se sepa lo que vamos a hacer. Lo que estamos pensando para el futuro.

Nos morimos por contar todo lo que queremos compartir con nuestros Socios Suscriptores. Desde el Desayuno Informativo del 30 de septiembre con el presidente de Puertos del Estado y los presidentes de los puertos de Algeciras, Barcelona, Bilbao y Valencia, hasta nuestro primer campeonato de pádel, el día 26 de octubre. Luego, antes de que nos demos cuenta, llegarán las Fiestas de la Logística de Valencia, Madrid, Barcelona, Algeciras y Bilbao. Empezaremos nuestras tradicionales comidas familiares el día 7 de marzo en Valencia, para cerrar el círculo el día 27 de junio, al fin, también, en Bilbao. De momento. Hasta ahí puedo leer.

En Diario del Puerto, unos se quedan de guardia vigilando la actualidad logística local, nacional e internacional, y otros volveremos en unos días, descansados y a tope, listos para darlo todo.

Felices vacaciones a todos.