En estas fechas, queramos o no, se nos ponen ante los ojos situaciones que exigen reflexión. Por poca sensibilidad que tengamos, no podemos eludir que nos siga llamando la atención eso de los buenos deseos y las malas realidades.
Miles de veces oiremos, de aquí hasta mediados de enero incluso, aquello de “felices fiestas” o “feliz año nuevo”. Son coletillas balsámicas para quien las emite. Los que no saben qué decir tienen con esto un comodín maravilloso, que, además, te hace quedar bien ante quien recibe el mensaje, sin coste alguno. A esto de los buenos deseos vacíos, a los que ya me he referido en anteriores artículos, este año hay que añadirle matices rotundamente históricos.
Siendo uno de los más damnificados, nuestro colectivo ha vuelto a estar a la altura convirtiéndose en uno de los que más ha ayudado
Este año no se ha deseado, se ha hecho. Ante la inmensa prueba de la tragedia de la DANA, la gente en general y nuestro sector logístico en particular se han puesto a hacer, más que a desear. Hemos vivido un claro ejemplo, digno de Barrio Sésamo, de la diferencia entre desearte lo mejor y ayudarte a conseguirlo. Entre reunirte para analizar cómo crear comisiones de trabajo que se organicen en grupos de análisis que generen proyectos a estudiar en un debate específico o... coger la escoba y el recogedor del cuarto de los trastos de tu propia casa y salir corriendo hacia el epicentro de la tragedia para preguntar a cualquier desconocido eso tan navideño de “en qué te puedo ayudar”. Algo de fe en el ser humano hemos recuperado, al tiempo que hemos confirmado la sólida y añeja confianza en los profesionales de la inmensa familia logística. Particulares, empresas, asociaciones, con una escoba o con una retroexcavadora, con una aportación de 20 euros o de 20.000, han estado, solo en lo que yo he podido constatar, especialmente a la inmensa altura de la inmensa tragedia.
Estoy muy orgulloso de todos vosotros.
Pasará el tiempo y se olvidará, como siempre, a los damnificados. Habrá otros de moda. Habrá otros en los telediarios. Sin esperar, ni la vida ni los noticieros, a que esta herida de la DANA se cierre, se abrirán otras. Aunque esas nuevas necesidades, esas renovadas tragedias reclamen nuestra atención, no debemos olvidar a los cientos de miles de personas que han sido golpeados por la DANA, en cientos de casos hasta una muerte horrible. Como tampoco debemos olvidar que aquel 29 de octubre de 2024, tan lejano y tan cercano al mismo tiempo, ha dejado, en el cajón de los recuerdos para la esperanza, la actitud de todo nuestro sector, en uno y otro lado de la tragedia. Han estado en el apartado de camiones y naves destruidos, con compañeros del alma perdidos para siempre, pero también en el de los donativos especialmente generosos, y en la acción directa en la zona afectada. Necesito especial concentración y esfuerzo para no nombrar todos los casos de solidaridad rotunda que nos ha brindado este sector nuestro. Siendo uno de los más damnificados, nuestro colectivo ha vuelto a estar a la altura convirtiéndose en uno de los que más ha ayudado a los demás.
Han sido y siguen siendo, los amigos logísticos, un claro ejemplo de la diferencia entre predicar y dar trigo. Entre desearte lo mejor y acercarme a tu casa a sacar carretillas de barro.