Sinceramente, desconozco si existe alguna diferencia entre el horóscopo y el zodiaco o si ambos son la misma cosa. En realidad, nunca he tenido interés alguno en saberlo. Lo único que sé es que mi signo del zodiaco es Leo. “Leo es creativo y abierto, tiene ambición, valor, fuerza, autonomía y total seguridad en sí mismo: sabe dónde quiere llegar y nada ni nadie podrá evitarlo”, dice la astrología. Por estadística, una de cada doce personas en el mundo reúne estas características. Piscis, Acuario, Sagitario, Capricornio... ¡Paparruchas!.
Mientras a este lado del planeta nos tomamos estas cuestiones a la ligera, en China alcanzan la categoría de cuestión de Estado. Hace apenas unos días, el 10 de febrero, la entrada del Año Nuevo Chino fue celebrada bajo el signo del Dragón. “Los años del Dragón se asocian con períodos de cambios significativos, innovación y avances”, dice la tradición china, lo que de ser verdad, y aplicado al gigante asiático, despierta una más que razonable inquietud.
En realidad, el único signo del horóscopo (o zodiaco, si es que es lo mismo) que me gusta es el del Gato. Aunque sólo sea por Al Stewart y su setentero “Year of the Cat” que, por cierto, yo tenía por uno de los doce animales del horóscopo chino cuando en realidad corresponde al vietnamita, ya que en el chino el del gato no existe.
El caso es que China sigue siendo en este 2024 una potencia omnipresente en todos los ámbitos, especialmente en el logístico. No libre de suspicacias, como muchos analistas están poniendo de relieve haciendo referencia a su papel en la crisis del mar Rojo, en la que los buques que navegan bajo su pabellón no están siendo atacados por los rebeldes hutíes, salvo alguna excepción, y no participa en el contingente naval internacional de respuesta a la amenaza terrorista.
La guerra de Ucrania y la crisis del Mar Rojo redefinen el juego de equilibrios, también en el control de la cadena logística
Tanto la guerra de Ucrania como la crisis del mar Rojo están redefiniendo un nuevo juego de equilibrios geopolíticos, que afectan directamente al control de la cadena de suministro global, donde China mantiene importantes expectativas con su Nueva Ruta de la Seda.
Son muchas sus armas para hacerse con el control de la cadena de suministro global pero la tecnología es su gran Caballo de Troya. Por ello, el control y la defensa de los puertos, como garantes de la soberanía nacional, es una prioridad de las grandes potencias ante la “amenaza” china.
Así se entiende la iniciativa del Gobierno de Estados Unidos para reforzar la ciberseguridad de los puertos estadounidenses con una nueva orden ejecutiva que busca reactivar una industria nacional de grúas portuarias y alejar a Estados Unidos de las grúas de fabricación china.
El Gobierno de Joe Biden, cuyo símbolo del Partido Democrátoco es un burro, alerta sobre posibles vulnerabilidades en los equipos, redes, sistemas operativos, software e infraestructura de los puertos y sobre “los riesgos asociados con la integración y utilización de la Plataforma Nacional de Información Pública para Transporte y Logística (LOGINK) de China, respaldada por el estado chino, escáneres Nuctech y grúas automatizadas STS en todo el mundo”.
La administración Biden ha anunciado la inversión de más de 20.000 millones de dólares en infraestructura portuaria de EE.UU. durante los próximos cinco años. Como parte de ello, Paceco Corporation, flial de Mitsui E&S con sede en EE. UU., planea trasladar capacidad de fabricación nacional para la producción estadounidense y coreana por primera vez en 30 años, en espera de la selección final del sitio y los socios.